Sobre el discernimiento
Es necesario comprobar y discernir, para poder confiar, porque las obras de la Gracia son evidentes, y el pecado, aunque se disfrace de bien, no las puede realizar. Porque el demonio sabe disfrazarse de ángel de luz, con tal de embaucarnos. Y aunque se presente como alguna refulgente visión y quiera engañar a nuestra alma [1], no puede obrar nada bueno, y en esto se puede reconocer su falsedad. Porque no puede practicar el amor a Dios y a los demás, sino sólo la soberbia y el desprecio, no la mansedumbre, la docilidad, la humildad, la alegría, la paz, la serenidad de la mente, el odio al mundo, el descanso espiritual en Dios, el deseo de los bienes celestiales, así como tampoco hace que desaparezcan los placeres y vicios, porque todo esto es obra de la Gracia. Porque frutos del Espíritu son el amor, la alegría, la paz y otros. [2]
Por la acción de la Gracia sabrás si algo proviene de Dios o del demonio. Pero también el alma, si tiene discernimiento, reconoce inmediatamente la diferencia, por medio de su percepción entendible y razonable. Así como, ante los ojos, la lechuga se parece a la acedera, y el vino al vinagre,.pero al probarlos se reconoce su diferencia, de la misma forma el alma, por medio del sentido razonable y las obras reconoce los carismas del Espíritu y los engaños del maligno.
(Traducido de: Sfântul Macarie Egipteanul, Cuvinte ascetice si epistole, traducere de Laura Enache, în curs de editare la Editura Doxologia)
[1] II Corintios 11, 14.
[2] Gálatas 5, 22.
fuente Doxologia. org
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