El ave se siente segura al volar. Porque, al notar la presencia del cazador, abre sus alas y se alza a lo alto, librándose de todo peligro.
El ave se siente segura al volar. Porque, al notar la presencia del cazador, abre sus alas y se alza a lo alto, librándose de todo peligro. Lo mismo sucede con nosotros, cuando aparece el depredador de nuestras almas, el demonio, y nos elevamos en el Espíritu por medio de la contemplación intensa, buscando y adentrándonos en lo celestial.
¿Intenta el maligno incitarnos a la dulzura del placer? Nosotros sigamos respetando la nobleza del alma.
¿Nos muestra el pecado mismo? Pensemos en la sentencia del Juicio Final y rechacemos esos pensamientos, para escapar de aquel asesino.
(Traducido de: Sfântul Teodor Studitul, Catehezele Mici, traducere de Laura Enache, în curs de editare la Editura Doxologia)
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