domingo, 28 de mayo de 2017

Meditación: Juan 17, 1-11


Séptimo Domingo de Pascua

[En las diócesis que celebran hoy la Solemnidad de la Ascensión del Señor, léanse las siguientes lecturas: Hechos 1, 1-11; Salmo 47, 2-3. 6-9; Efesios 1, 17-23; Marcos 16, 15-20]

Padre…. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo también te glorifique. (Juan 17, 1)

Cristo se hizo hombre para dar gloria al Padre. La gloria de Dios se manifiesta en su majestad suprema y en su infinita santidad. Jesús honró al Padre revelando su santidad con sus palabras y su modo de vivir. El Padre glorificó al Hijo resucitándolo, ascendiéndolo al cielo y volviendo a darle la gloria que él había tenido desde toda la eternidad. Por otro lado, Jesús es honrado por nosotros cada vez que hacemos la voluntad del Padre y tenemos parte en sus sufrimientos.

Todos estamos llamados a honrar y glorificar al Padre, y Jesús es el ejemplo que debemos seguir. El Hijo glorificó al Padre obedeciéndole, dándolo a conocer y entregándose totalmente a la obra de Dios. Para ello, se despojó de su propia gloria y vino al mundo asumiendo la fragilidad de la condición humana.

Pero Jesús no se limitó a vivir santamente obedeciendo al Padre. Vivió y murió para que la gloria del Todopoderoso derribara las barreras del pecado e iluminara nuestros corazones. Jesús no rehuyó la cruz, porque precisamente para eso había venido al mundo (Juan 12, 27-28).

En el caso nuestro, no es preciso realizar actos heroicos o extraordinarios de fe para dar gloria a Dios. Podemos glorificarlo en nuestro quehacer diario, sin importar lo insignificante que éste parezca, porque todo trabajo puede dar gloria a Dios si lo hacemos con esa motivación: cuidar a los hijos, cocinar, trabajar en una fábrica u oficina, ser un profesional o incluso limpiar pisos.

Comienza, pues, cada día dándole gloria a Dios. Pídele al Espíritu Santo que te ayude a aceptar la voluntad de Dios para ti y hacerla. Si lo haces, la luz divina te iluminará a ti y a quienes te rodean.
“Señor, Dios mío, te doy gloria y alabanza porque eres mi Padre. Yo también te amo, Señor, y quiero seguirte todos los días de mi vida.”
Hechos 1, 12-14
Salmo 27(26), 1. 4. 7-8
1 Pedro 4, 13-16

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

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