Hagamos un pacto con nuestro Señor Jesucristo, perdonando de todo corazón los disgustos que nos han provocado nuestros semejantes y comprometiéndonos a no volver a juzgar a nadie.
Asemejémonos, amados hijos míos en Cristo, en el verdadero amor por nuestro semejante, a los santos. Esforcémonos en soslayar e ignorar los errores de nuestro semejante, reconociendo solamente nuestros propios pecados.
Que una de nuestras más perseverantes y amadas oraciones sea: “Así, Señor y Soberano, concédeme conocer mis propias faltas” (de San Efrén el Sirio). Hagamos un pacto con nuestro Señor Jesucristo, perdonando de todo corazón los disgustos que nos han provocado nuestros semejantes y comprometiéndonos a no volver a juzgar a nadie. Entonces, repentinamente, sentiremos en nuestro corazón la paz de Cristo y Su felicidad. Él nos amará como a Sus más queridos hijos. Y, amando de esta manera a nuestro prójimo, el Señor nos dará todo Su amor y Su inenarrable misericordia.
(Traducido de: Sfântul Ierarh Serafim (Sobolev) Făcătorul de minuni din Sofia, Predici, Editura Adormirea Maicii Domnului, Bucureşti, 2007, p. 164)
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