martes, 31 de octubre de 2023

Mes del Santo Rosario - Ultimo día

 ÚLTIMO DÍA DEL MES DEL ROSARIO

Esperamos que está hermosa devoción del rezo del Rosario continúe en los siguientes meses y no solo en octubre, nuestra Iglesia necesita tanto de nuestra oración y más si lo realizamos en familia. Dios los bendiga.



COMPRENDIENDO LA PALABRA

Ser levadura en la masa

Nada hay más frío que un cristiano que no se preocupe de la salvación de los demás. No puedes excusarte con la pobreza, pues aquella viuda que echó dos monedas de cobre te acusará. Y Pedro decía: No tengo plata ni oro (Ac 3,6). El mismo Pablo era tan pobre que frecuentemente pasaba hambre y carecía del alimento necesario. No puedes aducir tu baja condición, pues aquéllos eran también humildes, nacidos de baja condición. Tampoco vale el afirmar que no tienes conocimientos, pues tampoco ellos los tenían. Ni te escudes detrás de tu debilidad física, pues también Timoteo era débil y sufría frecuentemente de enfermedades. Todos pueden ayudar al prójimo con tal que cumplan con lo que les corresponde.

¿No veis los árboles infructuosos, cómo son con frecuencia sólidos, hermosos, altos, grandiosos y esbeltos? Pero, si tuviéramos un huerto, preferiríamos tener granados y olivos fructíferos antes que esos árboles; esos árboles pueden causar placer, pero no son útiles, e incluso, si tienen alguna utilidad, es muy pequeña. Semejantes son aquellos que sólo se preocupan de sí mismos. (…)

¿Cómo, me pregunto, puede ser cristiano el que obra de esta forma? Si el fermento mezclado con la harina no transforma toda la masa, ¿acaso se trata de un fermento genuino? Y, también, si acercando un perfume no esparce olor, ¿acaso llamaríamos a esto perfume?

No digas: “No puedo influir en los demás”, pues si eres cristiano de verdad es imposible que no lo puedas hacer. (…) No digas que es una cosa imposible; lo contrario es imposible (…). No puede ocultarse la luz de los cristianos, no puede ocultarse una lámpara tan brillante.



San Juan Crisóstomo (c. 345-407)
presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilias sobre los Hechos de los Apóstoles, n° 20

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 13,18-21


Evangelio según San Lucas 13,18-21
Jesús dijo entonces: "¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo?

Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas".

Dijo también: "¿Con qué podré comparar el Reino de Dios?

Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa".


RESONAR DE LA PALABRA

Semilla, levadura, silencio

Dicen que se puede tener la certeza absoluta de que las semillas que no se plantan nunca florecerán ni darán fruto. Y, con eso, se podría decir con certeza prácticamente absoluta que la masa sin levadura no fermentará, no subirá. Pero resulta que, ni semilla ni levadura se ven, ni llaman la atención. Y por eso, quizá no nos guste mucho ser semilla o levadura enterrada sin aparente pena ni gloria. Es más bonito tener algún brillo. El problema con el brillo es que eventualmente se apaga. Y además, no se ha oído de ningún “brillo” que haya dado fruto, si no ha ido acompañado por lo escondido. Lo bueno de las semillas enterradas y de la levadura amasada es que, al final, resultan ser signos del Reino de Dios.

Pero ser enterrado, y casi peor, ser amasado, es doloroso y algo amargo. Y es que ¡nadie se entera! No hay reconocimiento, ni casi agradecimiento. Nos gustaría más hacer un poco más de ruido. Pero es normal que, para que haya fruto o haya pan, tenga que haber semilla enterrada y levadura amasada. Y eso ocurre en el silencio.

Es la situación de la madre o padre a quien no le gusta cocinar, pero cocina cada día del año para que su familia pueda vivir y crecer. O la de los abuelos que cuidan de los nietos a veces a “caso hecho”. En otro tiempo, habría sido la de los monjes amanuenses que copiaban la Biblia y textos litúrgicos letra a letra y coma a coma. Y es la de cada uno de nosotros cuando decimos una palabra amable, sonreímos a alguien, hacemos un favor sin esperar recompensa, acompañamos a un anciano o enfermo…Como efecto de onda expansiva, esas cosillas enterradas, silenciosas y aparentemente mínimas y sin importancia, van cambiando el día, la vida de otras personas. En el momento, nadie lo aprecia o siquiera se entera. Pero, a la larga, dan fruto y fruto abundante. Pero exigen esperanza y paciencia. Los frutos no se dan de la noche a la mañana como quizá a veces quisiéramos.

Sí; se puede decir que hay una certeza absoluta de que, sin esas semillas y levadura, las cosas no pueden ir bien. Tres medidas de levadura pueden hacer fermentar toda la masa. Una semilla enterrada puede dar paso al Reino de Dios. “Por vuestros frutos os conocerán”, dice el Señor. Y así, una mujer de Nazaret un día dijo simplemente “hágase”. Abrió la puerta al Reino de Dios y desde ahora la bendecirán todas las generaciones. Si eso no fuera fruto y pan para el mundo, estaríamos todos perdidos. Afortunadamente, por el poder de Dios, lo es.

¿En qué momentos has visto los frutos de una acción escondida y silenciosa, tuya o de alguien cercano?

Cármen Aguinaco

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

BUEN DÍA, ESPÍRITU SANTO! 31102023

 

lunes, 30 de octubre de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

«En seguida se puso derecha y glorificaba a Dios»

Hubo un tiempo en que yo no existía, y tú me creaste.

No había pedido nada, y tú me hiciste.

Todavía no había salido a la luz, y me viste.

No había aparecido, y te compadeciste de mí.

No te había invocado todavía, y te ocupaste de mí.

No te había hecho ninguna señal con la mano, y me miraste.

No te había suplicado nada, y te compadeciste de mí.

No había articulado ningún sonido, y me comprendiste.

No había todavía suspirado, y me escuchaste.

Aún sabiendo lo que actualmente iba a ser,

no me despreciaste.

Habiendo considerado con tu mirada precavida

las faltas que tengo por ser pecador,

sin embargo, me modelaste.

Y ahora, a mí que tú has creado,

a mí que has salvado,

a mí que he sido objeto de tanta solicitud por tu parte,

que la herida del pecado, suscitado por el Acusador,

¡no me pierda para siempre!...

Atada, paralizada,

encorbada como la mujer que sufría,

mi desdichada alma queda impotente para enderezarse.

Bajo el peso del pecado, mira hacia el suelo,

a causa de los duros lazos de Satán...

Inclínate hacia mí, tú, el sólo Misericordioso,

pobre árbol pensante que se cayó.

A mí, que estoy seco, hazme florecer de nuevo

en belleza y esplendor

según las palabras divinas del santo profeta (Ez 17,22-24)...

Tú, el sólo Protector,

te pido quieras echar sobre mí una mirada

surgida de la solicitud de tu amor indecible...

y de la nada crearás en mí la misma luz. (cf Gn 1,3)


San Gregorio de Narek (c. 944-c. 1010)
monje y poeta armenio
El libro de oraciones, nº 18

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 13,10-17


Evangelio según San Lucas 13,10-17
Un sábado, Jesús enseñaba en una sinagoga.

Había allí una mujer poseída de un espíritu, que la tenía enferma desde hacía dieciocho años. Estaba completamente encorvada y no podía enderezarse de ninguna manera.

Jesús, al verla, la llamó y le dijo: "Mujer, estás curada de tu enfermedad",

y le impuso las manos. Ella se enderezó en seguida y glorificaba a Dios.

Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la multitud: "Los días de trabajo son seis; vengan durante esos días para hacerse curar, y no el sábado".

El Señor le respondió: "¡Hipócritas! Cualquiera de ustedes, aunque sea sábado, ¿no desata del pesebre a su buey o a su asno para llevarlo a beber?

Y esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo aprisionada durante dieciocho años, ¿no podía ser librada de sus cadenas el día sábado?".

Al oír estas palabras, todos sus adversarios se llenaron de confusión, pero la multitud se alegraba de las maravillas que él hacía.


RESONAR DE LA PALABRA

Desatados

El miedo paraliza. Es una experiencia común. Atenaza, enmudece, encoge el corazón. Pero es que el miedo es muy razonable ante las cosas que a menudo nos rodean: miedo al futuro; incertidumbre económica, inestabilidad social y política… ¿Quién nos puede reprochar tener miedo?

Y luego, tenemos también miedo al abandono de amistades y familiares si es que nos atrevemos a expresar una postura contraria… Tememos al “qué dirán”, a la crítica, al insulto.

En cierto modo, como la mujer del evangelio de hoy, estamos atados y bien atados. Y quizá por más de 18 años. Y no es solo cuestión de un nudo fácil de desatar. Se trata de lazos fuertísimos, que se ataron hace tanto tiempo que ahora no se desatan fácilmente: sólo se pueden cortar a cuchillo. O, incluso si solo fueran sean hilos y no cuerdas, como diría santa Teresa, no nos dejan volar.

La primera lectura de hoy nos dice que no se nos ha dado un espíritu de temor. Es decir, que hace ya tiempo que, por la vida, muerte y resurrección de Cristo, estamos desatados. Se nos ha dado un espíritu de fortaleza y amor. Falta nos hace en este mundo.

Estar desatados seguramente no significa que no haya dudas, incertidumbres y dolores de cabeza. Más bien significa que se nos ha dado tener una confianza radical. La confianza radical significa saber que otras manos, otros labios, otras fuerzas, dirigen las nuestras. Los brazos, los labios y las fuerzas de Aquel que nos alcanzó la libertad total. Son los que, a pesar de todos los pesares, nos hacen levantarnos una y otra y otra vez y ser libres.

La libertad no significa en realidad que los temores se ahuyenten, sino que se pueden atar. Los lazos serán ahora cautivos de esa libertad alcanzada con la confianza radical. Tampoco significa una imprudencia “desenfrenada” que no mira límites y se lanza a cualquier cosa sin pensar. Ni significa una descarada expresión de todo lo que se nos pasa por la cabeza, o de lo último que ha llamado la atención a nuestra sentimentalidad. Es, más bien, una libertad que mira de frente a la realidad, reconoce límites y peligros y, decididamente, ejerce una confianza radical e ilimitada. Es la libertad de andar enderezado, con la cabeza alta, con la dignidad de los coherederos de Cristo; con el temor bajo los pies, atado y bien atado, por el Señor que hace maravillas.

¿Qué ataduras sientes en este momento? ¿Qué temores? ¿Escuchas la palabra que te invita a enderezarte, a dominar esos temores? ¿En qué momentos has sentido la liberación?

Cármen Aguinaco

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

viernes, 27 de octubre de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

Interpretar el tiempo presente

Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del genero humano y de su historia… Por ello, el Concilio Vaticano II, tras haber profundizado en el misterio de la Iglesia, se dirige ahora no sólo a los hijos de la Iglesia católica y a cuantos invocan a Cristo, sino a todos los hombres…

Para cumplir esta misión es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de la época e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda la Iglesia responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura… Es necesario por ello conocer y comprender el mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y el sesgo dramático…

Afectados por tan compleja situación, muchos de nuestros contemporáneos difícilmente llegan a conocer los valores permanentes y a compaginarlos con exactitud al mismo tiempo con los nuevos descubrimientos. La inquietud los atormenta, y se preguntan, entre angustias y esperanzas, sobre la actual evolución del mundo. El curso de la historia presente en un desafío al hombre que le obliga a responder.

Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo a fin de que pueda responder a su máxima vocación… Igualmente cree que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se halla en su Señor y Maestro.



Concilio Vaticano II
Gaudium et Spes, 1,4,10

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 12,54-59


Evangelio según San Lucas 12,54-59
Jesús dijo a la multitud:

"Cuando ven que una nube se levanta en occidente, ustedes dicen en seguida que va a llover, y así sucede.

Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así sucede.

¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir el tiempo presente?

¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo?

Cuando vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de llegar a un acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y este te ponga en la cárcel.

Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo."


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos, paz y bien.

Hay mucha gente que sabe qué tiempo va a hacer. Les duelen las articulaciones o, como en el Evangelio de hoy, saben interpretar las señales de la naturaleza. No suelen fallar. Es más difícil interpretar los signos de los tiempos. Para eso hace falta mucha oración. Hay que ponerse a la escucha de la Palabra de Dios. Y hace falta entender que no vivimos solos. Hay que ponerse a la escucha de los hermanos. Y eso cuesta. Vamos más rápidos sin compañía, pero juntos llegamos más lejos. Eso está demostrado históricamente.

Interpretar los signos de los tiempos implica discernir lo que el Espíritu pide a la Iglesia hoy. En tiempos difíciles, tener la mirada clara, para poder dar una respuesta adecuada a lo que el mundo necesita hoy, en este momento concreto de la historia. Eso exige también la participación y la implicación en la vida eclesial. En lo que nos toca más de cerca, la Iglesia local, tu parroquia, tu diócesis… Y en el plano universal, en lo que se refiere a toda la Iglesia, lo que dice el Papa, lo que dicen las Conferencias de Obispos…

Deberíamos conseguir que nuestro estilo de vida, la forma de actuar y reaccionar ante los problemas, las celebraciones y el anuncio de la Buena Nueva de Cristo testimonie quiénes somos de verdad, seguidores del Señor resucitado. Que, mirándonos, nuestros hermanos vean nuestra comunión, el servicio, la Eucaristía y la comunidad misionera. Todo sobre lo que, durante este mes, en Roma, reflexionan y discuten en el Sínodo sobre la Sinodalidad. Sigamos rezando por los participantes, para que de sus trabajos salga una Iglesia más capaz de interpretar lo que pasa alrededor y reaccionar evangélicamente.

Al final, en el último día, tendré que rendir cuentas ante el Señor. Lo sé, y me esfuerzo por responder cada día en las cosas pequeñas. Ahí estoy. En la lucha. Ojalá tú también puedas decirle al Señor, cuando llegue tu hora, que has querido siempre seguir hacia delante. Ya sabes, con la ayuda de Dios, todo es posible. Hasta morir en paz, perdonando, en medio de la persecución. Que María, la Madre, que de sufrimiento entiende algo, nos enseñe a decir hágase en mí según tu Palabra.

Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

 

jueves, 26 de octubre de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

« He venido a traer un fuego sobre la tierra »

Recuerdo, muy tierno Padre, una sierva de Dios [santa Catalina] a quien fue revelado cuánto le es agradable lo que hacemos por la Iglesia, y os lo digo a fin de que sea alentado a sufrir por ella.

Sé que en una ocasión esta sierva de Dios deseaba ardientemente dar su sangre, destruir y consumir todo lo que estaba en ella en favor de la Esposa de Cristo, en favor de la santa Iglesia. Ella aplicaba su inteligencia en comprender su nada y la bondad de Dios para con ella. Veía que Dios, por amor, le había dado el ser, y todas las gracias, todos los dones que le había añadido a este. Viendo este amor y gustando de él, este abismo de caridad, no veía otro modo de agradecer a Dios que de amarlo. Pero como ella no podía serle útil, no podía probarle su amor, buscaba amar por él algo que le permitiese mostrarle su amor. Veía que Dios ama de un amor infinito la criatura racional, y este amor, ella lo encontraba en sí misma y en todos los hombres, puesto que todos somos amados por Dios : de esta manera, tenía un medio de mostrar si amaba o no a Dios, ya que así podía serle útil. Entonces, se entregaba con ardor a la caridad hacia el prójimo, y sentía tal amor por la salvación de este, que alegremente hubiera dado su vida para obtenerla. (...)

Entonces esta alma, viendo tanta grandeza y profundidad en la bondad de Dios, y lo que ella debía hacer para agradarle más, aumentaba más y más el ardor de su deseo ; le parecía que si hubiese podido dar su vida mil veces al día hasta el juicio final, habría sido menos que una gota de vino en el mar ; y ésta es también la verdad.



Santa Catalina de Siena (1347-1380)
terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
Carta 85 a Nicolás de Osimo, n° 39 (trad. Cartier; Téqui, 1976, tomo 1; p. 581-584)

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 12,49-53


Evangelio según San Lucas 12,49-53
Jesús dijo a sus discípulos:

"Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!

Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!

¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división.

De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres:

el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos, paz y bien.

El Reino muchas veces no deja indiferente. Por eso, el Señor nos previene ante los conflictos que se nos pueden presentar. Y ahí podemos aportar algo: permitir que reine el irenismo, una paz falsa, basada en la falta de valor para afrontar los problemas, o podemos enfrentarnos a las pruebas con la fuerza del Espíritu.

El Espíritu que nos ayuda a sentir la paz y el amor de Dios. Actuar como Dios quiere puede traer problemas, incluso dentro de la familia o de la comunidad. A la hora de elegir un estado de vida, v.gr., casarse o no, profesar en una Congregación o no, aceptar o no un soborno, criticar o no a un compañero de trabajo o de clase… De esas decisiones depende, muchas veces, la aceptación que podamos tener en nuestro entorno. O el rechazo. Ahí, en cada decisión diaria, nos jugamos mucho. Frente a los demás, y frente a Dios.

Por eso a veces es necesario echarle valor a la vida, para poder dar vida a los otros, hablar de lo que Cristo vino a traer al mundo, dar testimonio y que el testimonio sea verdadero. Para poder hablar de la verdadera paz, que es más que la ausencia de guerras. Sobre todo, ahora, cuando a nuestro alrededor hay un clima de tanta violencia. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor, nos dice el salmo de hoy. En eso hay mucha verdad. Hace falta confiar mucho, para poder ver claro en nuestra vida.

Un detalle más. San Pablo, que era un santazo, (con palabras de mi maestro de novicios), usaba un lenguaje corriente, para que todos pudieran entenderlo. También es muy importante hoy, cuando falta mucha base religiosa en el mundo, presentar el mensaje de forma accesible. Un estilo de vida cercano, con un hablar comprensible, sin palabras raras, para todos. Como lo hacía Jesús. Como lo han hecho muchos santos a lo largo de la historia de la Iglesia.

Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

LIBERTAD


«No se puede predicar un Evangelio en abstracto, destilado, no: el Evangelio debe ser inculturado y es también expresión de la cultura. Un último aspecto, la libertad. En la predicación hace falta libertad, pero la libertad siempre necesita de la valentía, una persona es libre cuanto más valiente es y no se deja encadenar por tantas cosas que le quitan la libertad»

Francisco
Audiencia General
25-10-2023




miércoles, 25 de octubre de 2023

Carta al Pueblo de Dios de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo

 

Carta de la XVI Asamblea General Ordinaria

del Sínodo de los Obispos al Pueblo de Dios

 


Queridas hermanas, queridos hermanos:

Cuando se acerca la conclusión de los trabajos de la primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, queremos, con todos vosotros, dar gracias a Dios por la hermosa y rica experiencia que acabamos de vivir. Este tiempo bendecido lo hemos vivido en profunda comunión con todos vosotros. Hemos sido sostenidos por vuestras oraciones, llevando con nosotros vuestras expectativas, vuestras preguntas y también vuestros miedos.

Han pasado ya dos años desde que, a petición del Papa Francisco, se inició un largo proceso de escucha y discernimiento, abierto a todo el pueblo de Dios, sin excluir a nadie para “caminar juntos”, bajo la guía del Espíritu Santo, discípulos misioneros siguiendo a Jesucristo.

La sesión que nos ha reunido en Roma desde el 30 de septiembre constituye una etapa importante en este proceso. Por muchos motivos, ha sido una experiencia sin precedentes. Por primera vez, por invitación del Papa Francisco, hombres y mujeres han sido invitados, en virtud de su bautismo, a sentarse en la misma mesa para formar parte no solo de las discusiones, sino también de las votaciones de esta Asamblea del Sínodo de los Obispos. Juntos, en la complementariedad de nuestras vocaciones, de nuestros carismas y de nuestros ministerios, hemos escuchado intensamente la Palabra de Dios y la experiencia de los demás. Utilizando el método de la conversación en el Espíritu, hemos compartido con humildad las riquezas y las pobrezas de nuestras comunidades en todos los continentes, tratando de discernir lo que el Espíritu Santo quiere decir a la Iglesia hoy.

Así hemos experimentado también la importancia de favorecer intercambios recíprocos entre la tradición latina y las tradiciones del Oriente cristiano. la participación de delegados fraternos de otras Iglesias y Comunidades eclesiales ha enriquecido profundamente nuestros debates. Nuestra asamblea se ha llevado a cabo en el contexto de un mundo en crisis, cuyas heridas y escandalosas desigualdades han resonado dolorosamente en nuestros corazones y han dado a nuestros trabajos una gravedad peculiar, más aún cuando algunos de nosotros venimos de países en los que la guerra se intensifica.

Hemos rezado por las víctimas de la violencia homicida, sin olvidar a todos a los que la miseria y la corrupción les han arrojado a los peligrosos caminos de la emigración. Hemos garantizado nuestra solidaridad y nuestro compromiso al lado de las mujeres y de los hombres que en cualquier lugar del mundo actúan como artesanos de justicia y de paz.

Por invitación del Santo Padre, hemos dado un espacio importante al silencio, para favorecer entre nosotros la escucha respetuosa y el deseo de comunión en el Espíritu. Durante la vigilia ecuménica de apertura, experimentamos cómo la sed de unidad crece en la contemplación silenciosa de Cristo crucificado. “La cruz es, de hecho, la única cátedra de Aquel que, dando su vida por la salvación del mundo, encomendó sus discípulos al Padre, para que ‘todos sean uno’ (Jn 17,21). Firmemente unidos en la esperanza que nos da Su Resurrección, Le hemos encomendado nuestra Casa común, donde resuenan, cada vez con mayor urgencia, el clamor de la tierra y el clamor de los pobres: ‘¡Laudate Deum!’”, recordó el Papa Francisco precisamente al inicio de nuestros trabajos. Día tras día, hemos sentido el apremiante llamamiento a la conversión pastoral y misionera. Porque la vocación de la Iglesia es anunciar el Evangelio no concentrándose en sí misma, sino poniéndose al servicio del amor infinito con el que Dios ama el mundo (cf. Jn 3,16).

Ante la pregunta de qué esperan de la Iglesia con ocasión de este sínodo, algunas personas sin hogar que viven en los alrededores de la Plaza de San Pedro respondieron: “¡Amor!” Este amor debe seguir siendo siempre el corazón ardiente de la Iglesia, amor trinitario y eucarístico, como recordó el Papa, evocando el 15 de octubre, en la mitad del camino de nuestra asamblea, el mensaje de Santa Teresa del Niño Jesús. “Es la confianza” lo que nos da la audacia y la libertad interior que hemos experimentado, sin dudar en expresar nuestras convergencias y nuestras diferencias, nuestros deseos y nuestras preguntas, libremente y humildemente.



¿Y ahora? Esperamos que los meses que nos separan de la segunda sesión, en octubre de 2024, permitan a cada uno participar concretamente en el dinamismo de la comunión misionera indicada en la palabra “sínodo”. No se trata de una ideología, sino de una experiencia arraigada en la Tradición Apostólica. Como nos recordó el Papa al inicio de este proceso: “Si no se cultiva una praxis eclesial que exprese la sinodalidad […] promoviendo la implicación real de todos y cada uno, la comunión y la misión corren el peligro de quedarse como términos un poco abstractos” (9 de octubre de 2021). Los desafíos son múltiples y las preguntas numerosas: la relación de síntesis de la primera sesión aclarará los puntos de acuerdo alcanzados, evidenciará las cuestiones abiertas e indicará cómo continuar el trabajo”.

Para progresar en su discernimiento, la Iglesia necesita absolutamente escuchar a todos, comenzando por los más pobres. Eso requiere, por su parte, un camino de conversión, que es también un camino de alabanza: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños” ( Lc 10,21). Se trata de escuchar a aquellos que no tienen derecho a la palabra en la sociedad o que se sienten excluidos, también de la Iglesia. Escuchar a las personas víctimas del racismo en todas sus formas, en particular en algunas regiones de los pueblos indígenas cuyas culturas han sido humilladas. Sobre todo, la Iglesia de nuestro tiempo tiene el deber de escuchar, con espíritu de conversión, a aquellos que han sido víctimas de abusos cometidos por miembros del cuerpo eclesial, y de comprometerse concretamente y estructuralmente para que eso no vuelva a suceder.

La Iglesia necesita también escuchar a los laicos, a las mujeres y a los hombres, todos llamados a la santidad en virtud de su vocación bautismal: el testimonio de los catequistas, que en muchas situaciones son los primeros en anunciar el Evangelio; la sencillez y la vivacidad de los niños, el entusiasmo de los jóvenes, sus preguntas y sus peticiones; los sueños de los ancianos, su sabiduría y su memoria. La Iglesia necesita escuchar a las familias, sus preocupaciones educativas, el testimonio cristiano que ofrecen en el mundo de hoy. Necesita acoger las voces de aquellos que desean ser involucrados en ministerios laicales o en organismos participativos de discernimiento y de decisión. La Iglesia necesita particularmente, para progresar en el discernimiento sinodal, recoger todavía más las palabras y la experiencia de los ministros ordenados: los sacerdotes, primeros colaboradores de los obispos, cuyo ministerio sacramental es indispensable en la vida de todo el cuerpo; los diáconos, que a través de su ministerio representan la preocupación de toda la Iglesia por el servicio a los más vulnerables. Debe también dejarse interpelar por la voz profética de la vida consagrada, centinela vigilante de las llamadas del Espíritu. Y debe también estar atenta a aquellos que no comparten su fe, pero que buscan la verdad, y en los que está presente y activo el Espíritu, Él que ofrece “a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual” (Gaudium et spes 22, 5).

“El mundo en el que vivimos, y que estamos llamados a amar y servir también en sus contradicciones, exige de la Iglesia el fortalecimiento de las sinergias en todos los ámbitos de su misión. Precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio” (Papa Francisco, 17 de octubre de 2015). No debemos tener miedo de responder a esta llamada. La Virgen María, primera en el camino, nos acompaña en nuestro peregrinaje. En las alegrías y en los dolores Ella nos muestra a su Hijo y nos invita a la confianza. ¡Es Él, Jesús, nuestra única esperanza!

Ciudad del Vaticano, 25 de octubre de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

«Servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios»

Para precisar el cometido de los servidores que ha colocado a la cabeza de su pueblo, el Señor dice esta parábola en el Evangelio: ¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el Señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, cuando llegue, encuentre haciéndolo así» (Lc 12, 42-43)... Si nos preguntamos por esta medida de trigo, san Pablo nos dice: «Es la medida de la fe que Dios os ha otorgado» (Rm 12,3). Lo que Cristo llama medida de trigo, Pablo dice medida de la fe, para enseñarnos que no hay otro trigo espiritual que el venerable misterio de la fe cristiana. Esta medida de trigo os la damos en nombre del Señor cada vez que, iluminados por el don espiritual de la gracia, os hablamos según la regla de la verdadera fe. Esta medida, la recibís por los administradores del Señor cada día que escucháis de boca de sus servidores la palabra de verdad.

Que sea nuestro alimento esta medida de trigo que Dios nos distribuye. Sea el alimento de nuestra buena conducta para llegar a la recompensa de la vida eterna. Creamos en el que se da a sí mismo como alimento a nosotros para que no desfallezcamos en el camino, y que se reserva como nuestra recompensa para que encontremos el gozo en la patria. Creamos y esperemos en él; amémosle sobre todo y en todo. Porque Cristo es nuestro alimento y será nuestra recompensa. Cristo es el alimento y el consuelo de los viajeros en el camino; saciedad y exultación de los bienaventurados en su descanso.



San Fulgencio de Ruspe (467-532)
obispo en África del Norte
Sermón I, 2-3; CCL 91 A, 889

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 12,39-48


Evangelio según San Lucas 12,39-48
Jesús dijo a sus discípulos: "Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.

Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada".

Pedro preguntó entonces: "Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?".

El Señor le dijo: "¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno?

¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo!

Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.

Pero si este servidor piensa: 'Mi señor tardará en llegar', y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse,

su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.

El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo.

Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más."


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos, paz y bien.

Somos administradores de la gracia de Dios, y no podemos actuar como queramos, sino como Dios quiere. Aunque parezca que el amo está lejos, que Dios no se da cuenta de nada, que no se entera, todo lo que hacemos tiene consecuencias. Por eso es tan importante saber vivir para los demás, no sólo para uno mismo, y obrar con amor, sin violencia. Si vivimos así, estaremos más cerca del Maestro, cada uno con su vocación específica, pero todos dentro del mismo espíritu.

Esto se refiere a cada uno de nosotros. Puede ser que tú no tengas muchos cargos o muchas cargas, pero sí has recibido muchos dones, materiales o espirituales, de parte de Dios. Ahí te juegas mucho de tu respuesta a Él. Hay que elegir a quién servir, al pecado, para la muerte o la obediencia, para la justicia. Y esa elección la debemos hacer cada día. Cada mañana, cuando nos levantamos, aceptar la amistad de Dios y vivir con sus normas.

Pedro le preguntó a Jesús si la parábola iba por ellos o por los demás. Buena pregunta. Es más fácil pensar que se refiere a los otros. Pero está bien claro: al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá. Si Pedro esperaba una respuesta diferente, le quedó claro que el único privilegio del seguidor de Jesús es el privilegio del servicio.

Como a Pedro, estas palabras me preocupan, porque me siento agradecido por todo lo que he recibido. Sé que ha sido mucho. Y mucho tengo que dar a los demás. Como un criado fiel, sé lo que tengo que hacer, aunque no siempre lo haga como debería. Debo estar siempre en vela. Debemos estar así. Que el Señor me encuentre preparado. Que nos encuentre preparados. Merece la pena. Es para toda la vida. Para ésta y para la vida eterna.

Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

martes, 24 de octubre de 2023

Carta del Patriarca Latino de Jérusalem a su diócesis

Carta del Patriarca Latino de Jérusalem a su diócesis 

"Queridos amigos,

Estamos atravesando uno de los períodos más difíciles y dolorosos de nuestra historia reciente. Durante más de dos semanas, nos hemos visto inundados de imágenes de horror que despiertan viejos traumas, abren nuevas heridas y hacen estallar el dolor, la frustración y la ira en cada uno de nosotros. Muchos parecen hablar de muerte y de odio sin fin. Muchos "por qué" se acumulan en nuestra mente, lo que aumenta nuestra sensación de desconcierto.

El mundo entero ve esta Tierra Santa como un lugar que es constantemente fuente de guerras y divisiones. Por eso fue bueno hace unos días que el mundo entero se uniera a nosotros en una jornada de oración y ayuno por la paz. El 27 de octubre, el Papa convocó a un segundo día de oración y ayuno, para que nuestra intercesión continúe. Será un día que celebraremos con convicción.

Esto es quizás lo principal que podemos hacer los cristianos en este momento: orar, hacer penitencia, interceder. Y damos gracias al Santo Padre desde el fondo de nuestro corazón.

En todo este bullicio, donde el ruido ensordecedor de las bombas se mezcla con tanto dolor, siento la necesidad de compartir con vosotros una palabra que encuentra su origen en el Evangelio de Jesús, porque al final, de aquí es de donde todos debemos empezar y de aquí es donde siempre debemos regresar.

Mirar a Jesús, por supuesto, no significa sentirse exento del deber de hablar, de denunciar, de apelar, pero también de consolar y animar. Como escuchamos en el Evangelio del domingo pasado, debemos dar “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22,21). Por eso, mirando hacia Dios, queremos primero dar al César lo que le pertenece.

Mi conciencia y mi deber moral me obligan a afirmar claramente que lo ocurrido el 7 de octubre en el sur de Israel no es en modo alguno aceptable y que sólo podemos condenarlo. No hay razón para semejante atrocidad. Sí, tenemos el deber de afirmarlo y denunciarlo. El uso de la violencia no es compatible con el Evangelio y no conduce a la paz. La vida de cada persona humana tiene igual dignidad ante Dios, que nos creó a todos a su imagen.

La misma conciencia, sin embargo, con gran peso en el corazón, me lleva a declarar hoy con claridad que este nuevo ciclo de violencia ha dejado más de cinco mil muertos en Gaza, muchos de ellos mujeres y niños, decenas de miles de heridos, barrios arrasadas y escasez de medicinas, agua y artículos de primera necesidad para más de dos millones de personas. Son tragedias que sobrepasan la comprensión y que tenemos el deber de denunciar y condenar sin falta. Los intensos y continuos bombardeos que golpean Gaza desde hace días sólo causarán muerte y destrucción, sólo aumentarán el odio y el resentimiento y no resolverán ningún problema sino que crearán otros nuevos. Es hora de detener esta guerra, esta violencia sin sentido.

Sólo poniendo fin a decenios de ocupación y sus trágicas consecuencias, y proporcionando una perspectiva nacional clara y segura al pueblo palestino, podrá iniciarse un proceso de paz serio. Si este problema no se resuelve de raíz, nunca habrá la estabilidad que todos esperamos. La tragedia de los últimos días debe llevarnos a todos –religiosos, políticos, sociedad civil, comunidad internacional– a un compromiso más serio en este sentido que el que hemos asumido hasta ahora. Sólo así se podrán evitar otras tragedias como la que estamos viviendo actualmente. Se lo debemos a las muchas, demasiadas víctimas de estos días y de todos estos años. No tenemos derecho a dejar esta tarea a otros.

Pero no puedo vivir este momento tan doloroso, sin mirar hacia arriba, sin mirar a Cristo, sin que la fe ilumine mi mirada, nuestra mirada, sobre lo que estamos viviendo, sin que nuestro pensamiento se vuelva hacia Dios. Necesitamos una Palabra que nos acompañe, nos consuele y nos anime. Lo necesitamos como el aire que respiramos…

COMPRENDIENDO LA PALABRA

«Para abrirle, apenas venga y llame»

El Dios Verbo sacude al perezoso y despierta al dormilón. En efecto, el que viene a llamar a la puerta viene siempre para entrar. Pero depende de nosotros si no siempre entra y si no siempre se queda con nosotros. Que tu puerta esté siempre abierta al que viene; abre tu alma, ensancha la capacidad de tu espíritu, y así descubrirás las riquezas de la simplicidad, los tesoros de la paz, la suavidad de la gracia. Dilata tu corazón; corre al encuentro del sol de la luz eterna que «ilumina a todo hombre» (Jn 1,9). Es cierto que esta luz verdadera luce para todos; pero si alguno cierra sus ventanas, él mismo se privará de la luz eterna.

Así, también Cristo permanece fuera si tú cierras la puerta de tu alma. Ciertamente que él podría entrar, pero no quiere introducirse a la fuerza, no quiere forzar a los que lo rechazan. Nacido de la Virgen, salido de su seno, irradia todo el universo para resplandecer para todos. Los que desean recibir la luz que brilla con esplendor perpetuo, le abren; ninguna noche vendrá a apagar la luz. En efecto, el sol que vemos todos los días cede el lugar a las tinieblas de la noche; pero el Sol de justicia (Ml 3,20) no conoce el ocaso, porque la Sabiduría no es vencida por el mal.



San Ambrosio (c. 340-397)
obispo de Milán y doctor de la Iglesia
Sermón 12 sobre el salmo 118; CSEL 62, 258

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 12,35-38



Evangelio según San Lucas 12,35-38

Jesús dijo a sus discípulos: "Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas.

Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.

¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlo.

¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!"


RESONAR DE LA PALABRA


San Antonio María Claret, obispo.

Queridos hermanos, paz y bien.

Dios sabe lo que se hace. Por un hombre entró el pecado en el mundo, por otro hombre nos llegó la salvación. En nuestra carne débil estaba ya prevista la posibilidad de arreglar el problema, el mismo Hijo de Dios se hizo hombre. Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. Incluso si nos sentimos los más grandes pecadores del mundo, siempre hay más gracias que condena.

El texto de hoy reúne varias parábolas sobre la vigilancia y la espera de la segunda venida del Señor. Debemos estar siempre esperando a Cristo, porque no sabemos ni el día ni la hora. Y estar preparados, porque el que viene es el Juez. Es una llamada para todos, pero para algunos, como ministros, más. Como misioneros, debemos ser ministros prudentes, porque hemos sido elegidos, hemos recibido mucho y nos han confiado una bellísima tarea: el anuncio del Reino. Si nos dormimos, si no compartimos lo recibido, si no tenemos puesto el traje del servicio, nos dirán un día que no hemos sido fieles. Mirar a Cristo, servidor siempre, hasta el ejemplo del Jueves Santo. Celebrar la Eucaristía con espíritu de servicio. Y como nuestro Fundador, vivir siempre en presencia de Dios, por Él y con Él.

Porque hoy es un día especial para nosotros, los Misioneros Claretianos. Aquí se puede ver algo sobre nuestra Congregación. El dies natalis de nuestro Fundador, el día de su nacimiento para el cielo, es motivo para dar gracias a Dios por su vida, por su obra y por nosotros, sus hijos, Congregación querida. Una llamada a sentir que el espíritu de Dios está sobre cada uno de nosotros, como lo sintió Jesús en la sinagoga de Nazaret, y como lo vivió Claret.

En la solemnidad de san Antonio María Claret, se nos recuerda la necesidad de estar siempre disponibles. Así, apóstol y misionero se sintió nuestro Fundador. Hacerse presente en cualquier tipo de frontera, usando todos los medios urgentes, oportunos y eficaces, para construir el Reino de Dios. Cada uno con su vocación, con su carisma personal, dentro del carisma común de la Congregación. Acompañados de muchos amigos que comparten nuestra forma de ver el mundo. Y siendo creativos, como lo fue Claret. Dando la oportunidad a todos de trabajar con nosotros, para que la Buena Nueva llegue a todos los rincones del mundo, del uno al otro polo. Que nuestro Fundador no se avergüence de nosotros, sus hijos, por haber perdido el impulso misionero.

Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

Buen Día, Espíritu Santo! 24102023


 

lunes, 23 de octubre de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

El alma, más preciosa que el mundo entero

Comparados a la eternidad del mundo incorruptible, mil años de este mundo son como un grano de arena tomado del mar. Considera esto, te ruego: supone que pudieras devenir el único dueño de todos los tesoros del mundo. (…) Si pudieras elegir ¿lo cambiarías por el Reino verdadero y cierto, que nada tiene en él que pase y desaparezca? No, puedo afirmarlo. Si tu juicio es sano y si eres inteligente en lo que te concierne.

“¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?” (Mt 16,26). Una vida que sabemos no puede ser cambiada por nada. Únicamente esta vida –excepto el Reino de los cielos- es más preciosa que el mundo entero y el reino de este mundo. La vida, el alma, es más preciosa en lo siguiente: a ningún otro ser creado Dios acordó la unión y la comunión con su propia naturaleza, la del Espíritu. Ni al cielo, ni al sol, la luna o las estrellas, ni al mar o a la tierra, ni a ninguna criatura del mundo visible. Sólo la acordó al hombre, al que ama más que a todo.

El Reino eterno no lo cambiaríamos por esas cosas grandes del mundo, la riqueza y el reino de la tierra. ¿Cuál es la locura de la mayoría de los hombres que consideran el Reino eterno comparable a cosas viles y comunes, tales como ciertas concupiscencias, una efímera gloria, un mediocre beneficio o situaciones semejantes?



Homilía atribuida a San Macario de Egipto (¿-390)
monje
Filocalia de Padres Népticos II, Simeón el Metafrasto sobre el Discurso de San Macario el Egipcio (Paraphrase de Syméon le Métaphraste sur les Discours de saint Macaire l’Égyptien, Philocalie des Pères neptiques, II, DDB-Lattès, 1995), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 12,13-21


Evangelio según San Lucas 12,13-21
En aquel tiempo:

Uno de la multitud le dijo: "Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia".

Jesús le respondió: "Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?".

Después les dijo: "Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas".

Les dijo entonces una parábola: "Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho,

y se preguntaba a sí mismo: '¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha'.

Después pensó: 'Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes,

y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida'.

Pero Dios le dijo: 'Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?'.

Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos, paz y bien.

Comenzamos esta semana reflexionando sobre la fe. Esa Carta a los Romanos, que llevamos escuchando desde la semana pasada, nos recuerda el ejemplo de Abrahán, que se hizo fuerte en la fe. No fueron pocas las cosas que le sucedieron en la vida, pero siguió creyendo. ¿Por qué se nos pone como ejemplo de fe? Porque confió, salió de su tierra, y marchó hacia el destino que Dios le iba marcando. En estos tiempos convulsos, cuando no sabemos con certeza qué va a pasar mañana, es un buen modelo para nuestras vidas. No podemos ser ingenuos, pero tenemos que confiar en Dios.

En el Evangelio se nos habla de herencias y de familia. Es que hay gente tan rica que solo tiene dinero. Y de ahí vienen muchos problemas. Jesús no quiere mediar entre los que se le acercan para que haga de juez, pero sí darnos alguna norma, para saber cómo vivir y, sobre todo, para qué vivir. El dinero no es malo en sí, es necesario para vivir. Pero si todo gira en torno al dinero, a la necesidad de tener más y más, algo empieza a ir mal. Si no podemos compartir, nos alejamos de lo que Dios quiere, del destino universal de los bienes y de la idea de que todos somos hermanos. Nuestra legislación, a los religiosos, nos prohíbe acumular bienes como comunidad, gracias a la caja común, pero es bueno revisar cómo está nuestra habitación y, sobre todo, cómo está nuestro corazón. Este consejo es bueno para todos ¿Somos ricos ante Dios? ¿O nos apoyamos en lo material? ¿A qué estamos apegados? ¿Qué tal se nos da el compartir lo que tenemos, los bienes y el tiempo?

Otro tema para la reflexión hoy es el de la muerte. Así es la liturgia. No la elegimos nosotros, nos viene dada, para que no arranquemos ninguna página de los Evangelios. Y la muerte no está de moda en estos tiempos. Por eso, precisamente, no está de más, de vez en cuando, pararse a reflexionar sobre esta cuestión. Porque no sabemos ni el día ni la hora, Y no nos vamos a llevar nada de lo que tengamos en la tierra a la otra vida. Nada. Sólo podremos mostrarle al Señor todo el amor que hayamos acumulado en nuestro corazón. Pues eso, a pasar mucho tiempo delante de Dios, presentándole todos los nombres que nos preocupen e intercediendo por ellos. Para que se nos llene tanto que estalle al entrar en el cielo.

Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

EL VERDADERO AMOR

«Tuyo es, Señor, el verdadero amor».

No hay palabra que usemos más aquí abajo en la tierra que la palabra «amor». El amor es la aspiración más alta, el deseo más noble, el placer más profundo del hombre sobre la tierra. Y, sin embargo, no hay palabra de la que más abusemos que la palabra «amor». Le hacemos decir bajas pasiones y sentimientos inconstantes, lo manchamos con infidelidad y aun lo anegamos en violencia. Tenemos incluso que renunciar a veces a la palabra para evitar sentidos desagradables. Nos falla el lenguaje, porque nosotros le hemos fallado a la verdad.

Aun cuando me llego a la religión y la oración y a mi relación contigo, Señor, confieso que uso con miedo la palabra «amor)). Tu gracia y tu benevolencia me animan a decir «te amo», pero al mismo tiempo caigo en la cuenta de lo poco que digo cuando digo eso, de lo poca cosa que es mi amor, superficial, inconstante, poco de fiar. Soy consciente de las limitaciones e imperfecciones de mi amor, y comprendo entonces que yo también debería abstenerme de usar esa palabra. No encuentro el verdadero amor en la tierra, ni siquiera en mi propio corazón.

Por eso me consuela ahora pensar que al menos hay un lugar, una persona en quien puedo encontrar el verdadero amor, y ese eres tú, Señor. «Tuyo es, Señor, el verdadero amor». De hecho ese es tu mismo ser, tu esencia, tu definición. «Dios es amor». Tú eres amor, tú eres el único amor puro y verdadero, firme y eterno. Puedo volver a pronunciar la palabra y recobrar su sentido. Puedo creer en el amor, porque creo en ti. Puedo renovar la esperanza y recobrar el valor de amar, porque sé que existe el amor verdadero, y está cerca de mi.

Ahora puedo amar, porque creo en tu amor. Me sé y me siento amado con el único amor verdadero que existe, tu amor infinito y eterno. Y eso me da fuerzas y confianza para entregarme a amar a los demás, a ti primero y sobre todo, y luego, en ti y para ti, a todos aquellos que tú pones a mi lado en la vida. El amor verdadero es tuyo, Señor, y con fe y humildad yo ahora lo hago mío para amar a todos en tu nombre.

CARLOS G. VALLÉS
Busco tu rostro
Orar los Salmos
Sal Terrae. Santander 1989, pág. 117

IMAGEN DE DIOS

 

«Hagámonos esta pregunta: ¿yo, qué imagen llevo dentro de mí? ¿Tú, de quién eres imagen en tu vida? ¿Nos acordamos de pertenecer al Señor, o nos dejamos modelar por las lógicas del mundo y hacemos del trabajo, de la política, del dinero, nuestros ídolos a adorar?»


Francisco

Ángelus

22-10-2023