martes, 3 de octubre de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

Para Dios no hay fracaso

Cuando seguimos a Jesucristo, glorificamos a Dios llamándolo Dios. Al mismo tiempo, inevitablemente, en él llamamos a cada hombre por su nombre. A este llamado es posible no responder…nunca, se puede saborear entonces un pensamiento de fracaso. En cambio, para el que es el dependiente de Dios, aún si todas sus tareas parecen fracasar, el trabajo que engloba a esas tareas no fracasa, porque es el trabajo de Dios. Ningún fracaso es hecho por Dios.

Sin embargo, nos corresponde que una tarea no fracase: la cruz, lo que queda de la Pasión de Cristo. Se trata de amar, no como un artista, sin error, sin defecto, sin sobresaltos. Sino “amar al Señor con todas nuestras fuerzas” (cf. Lc 10,27). Luego de emplear “todas nuestras fuerzas”, es posible que estemos por tierra, vencidos, rebelados sin comprender que lo estamos. Sin embargo, no será un fracaso para la redención, pero en ese momento no lo sabremos.

Todo esto es una vida en la que nada puede asegurarnos bien vivir, ya que nada se pesa con nuestra medida. Cien veces nos habrá parecido tener el mundo en nuestras manos, sobre nuestro corazón. Haber pasado todo lo que los hombres llaman juventud, madurez, vejez, como una brizna de hierba que no creció. Pero cuando la vida eterna se abra inmensa ante nosotros, cuando será necesario morir antes de ver a Dios, lo veremos todo pequeño como una brizna de hierba. Entonces no seremos seguros de nuestra justicia, sino de la misericordia de Dios.



Venerable Madeleine Delbrêl (1904-1964)
laica, misionera en la ciudad.
La alegría de creer, Vocación por Dios, entre los hombres (La joie de croire, Seuil, 1968), trad. sc©evangelizo.org

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