miércoles, 24 de mayo de 2017

La cadena de los pecados, engañosas alegrías pasajeras

Cuatro son los enemigos que preceden cualquier ataque del maligno: el engaño, el descuido, la dejadez y los malos apetitos.


¿Cómo podríamos experimentar el temor de Dios, si no pensamos en nuestra muerte y no nos estremece el Juicio que vendrá? Porque, si el alma mantiene la memoria de la muerte, conducirá la nave del cuerpo a la sosegada orilla de los mandamientos, en donde podrá resistir las olas de los deseos, gozando de paz.

Cuatro son los enemigos que preceden cualquier ataque del maligno: el engaño, el descuido, la dejadez y los malos apetitos. Porque, después del engaño con las cosas visibles aparece el descuido, cuyo sirviente es la dejadez. Y el mejor consejero de esta última es el deseo pernicioso. De todo esto brota otro mal: la avaricia. Y, con esta, la gula, que da paso al desenfreno. ¿Qué es lo que sigue? El fuego eterno, ahí donde serán el llanto y el crujir de dientes, en vez de la eterna felicidad.

SAN SIMEÓN DEL MONTE MILAGROSO
(Traducido de: Sfântul Simeon cel din Muntele Minunat, Viața și cuvinte de folos, Editura Doxologia, Iași, 2013, p. 65)
Foto: Victor Larie
fuente Doxologia

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