sábado, 21 de enero de 2017

Evangelio según San Marcos 3,20-21.
Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer.Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: "Es un exaltado".


RESONAR DE LA PALABRARosa Ruiz Aragoneses, Misionera Claretiana
TAN POLÍTICAMENTE CORRECTOS…

En la vida diaria hay muchos momentos en que cada cual tiene que elegir entre ser “políticamente correcto” o generar conflicto y desaprobación. También ocurre en la vida de seguimiento, en la vida de fe. Es más: puede llegar un momento en la vida en que todo lo que tienes de valioso y verdadero, se juegue en esa decisión: ¿quieres seguir siendo políticamente correcto o eres capaz de asumir la frustración, la soledad y el desprecio de tu propia familia, de tus más cercanos?

Alguien tan libre como Jesús, cuyo referente de vida era el Padre y no la normativa social, religiosa o política del momento, es alguien que incomoda. Siempre. Antes o después. La gente libre nos molesta. Les admiramos, pero no queremos vivir cerca. Te desconciertan. No puedes controlar a alguien libre ni prever su reacción. Jesús vivió esa situación. Creo que no fue un provocador, aunque curara en sábado. Fue un hombre extraordinariamente libre. Y eso tiene un precio.

Confieso que me da una terrible envidia. ¡Como quisiera ser tan libre y desprendida de opiniones ajenas!, ¡cómo quisiera vivir en esa referencia tan íntima e inquebrantable con el Padre!, ¡cómo quisiera una Iglesia menos “cabal” a la que apenas le importara que fuéramos tan políticamente correctos!... Eso sí: que la razón no sea provocar. Que la razón sea querer ser como Jesús, el Impertinente:

“Queremos ser tan políticamente correctos que tenemos pavor a ser tenidos por “locos y necios”, queremos ser reconocidos y relevantes cuando la verdad es que seguimos a un Impertinente” (Ch. Duquoc)

“Locos y necios” hasta el punto de acoger el martirio, como tantos han hecho a lo largo de la historia. Hoy recordamos a Santa Inés, una niña romana del siglo III-IV. No sabemos ni su nombre. Sólo sabemos el impacto que causó en toda la Cristiandad. Hablan de ella San Dámaso, San Ambrosio, San Agustín… y la conocemos por Inés (Agnus, cordero) justamente por eso: porque tuvo la osadía loca e impertinente de seguir a Jesús hasta el final.

Que su ejemplo nos haga crecer en valor y arrojo evangélico.

Tu hermana en la fe,
Rosa Ruiz Aragoneses (rosaruizarmi@gmail.com)
Misionera Claretiana
Fuente del comentario CIUDAD REDONDA

No hay comentarios:

Publicar un comentario