viernes, 20 de enero de 2017

El silencio es terapéutico

Es necesario silenciar para escuchar la voz de Dios
El silencio de las tardes parece haberse perdido en el pasado. Las mañanas perdieron su misterio en un nuevo día. El ruido ha ocupado todos los espacios que eran reservados al silencio. En medio a un mundo agitado, el silencio fue, poco a poco, siendo olvidado.

En pleno siglo XXI, el hombre y la mujer contemporáneos redescubrir el valor del silencio en la confusión agitación de la vida cotidiana. Lo que se había perdido comienza a ser redescubierto como fuente terapéutica. Es grande el numero de personas que buscan retiros y días de pleno silencio, en los cuales pueden estar desconectadas de las “redes sociales” y también de la agitación de la vida moderna.

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Foto: Daniel Mafra/cancionnueva.com

¿Por que el silencio es terapéutico?

Silenciar es tan terapéutico como expresarse. Desde la antigüedad, principalmente entre los monjes del desierto, conocidos también como “Terapeutas del Desierto”, el silencio era una riqueza terapéutica. Por medio de él, hombres y mujeres se encuentran con Dios y con si mismo. Hoy, el ser humano tiene sed de silencio y paz. La agitación de la vida moderna robó ese tesoro que pertenece a su alma.
Para los monjes del desierto, el silencio era un remedio para la agitación que molestaba el ser humano, porque en él [silencio], la persona entra en contacto con lo que ella tiene de más sagrado, es decir, su propria alma. En lo más oculto del alma, se encuentra las respuestas que mucho buscamos para el cotidiano de la vida. En el silencio del alma, se encuentra la presencia de Dios.
Creo que es complicado quien busca Dios en la agitación de los megashows y encuentros. Ruidos, sonido en nivel muy alto, gritos… Me quedo preguntando: ¿Cómo va ser la experiencia de alguien que hace un encuentro con si mismo y con Dios en medio a tanta agitación? ¿Es posible ese encuentro? ¿Cuál el nivel de experiencia espiritual que la persona lleva para su vida cotidiana?

Escuchar la voz de Dios

Parece tan lógica que el silencio de las tardes, de las flores, de las lluvias y paisajes nos muestran claramente que Dios se encuentra allá, oculta en el misterio. ¿Cómo escuchar un amigo en medio de un evento? Aún que él grita en nuestro oídos, vamos comprender, aún con mucho esfuerzo, absolutamente casi nada de lo que él intento decirnos. ¿Cómo pensar en la vida participando de un evento, aún que este sea cristiano? Lo mucho que conseguiremos es regresar para casa con los tímpanos afectados.
La arte del silencio consiste en escuchar la voz de Dios, que nos espera en una tarde serena, en la lluvia que riega la tierra para despertar la vida que esta dormida por la seca, en las flores que cumplen su papel de hablar de la belleza de la vida, en las paisajes que revelan el misterio que no necesita de palabras.
Si en el silencio que calla toda agitación encontramos Dios, entonces también nos encontraremos con aquello que siempre buscamos: nosotros mismos. Donde todo se calla el misterio de la vida nos señala la belleza de aquello que no puede ser expreso verbalmente.

Padre Flávio Sobreiro
Teólogo por la Facultad Católica de Pouso Alegre (MG), Sacerdote de la Arquidiócesis de Pouso Alegre (MG). Autor del libro “Amor sin fronteras” de la Editora Canción Nueva.

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