martes, 31 de enero de 2017

COMPRENDIENDO LA PALABRA 310117

San Cirilo de Alejandría (380-444), obispo y doctor de la Iglesia 
Comentario sobre San Juan, IV
“cogió a la niña de la mano y le dijo: levántate!” (Mc 5,41)

      Incluso para resucitar a los muertos, el Señor no se contenta con actuar con su palabra que contiene el poder de Dios. Como cooperadora, por decirlo de alguna manera, toma a su propia carne para demostrar que tiene el poder de dar la vida y para manifestar la divinidad en la carne. Esto sucedió cuando curó a la hija del jefe de la sinagoga. Diciéndole: -Niña, levántate!- la tomó de la mano. Como Dios, le dio la vida por una orden todopoderosa, y también le dio la vida por el contacto con su propia carne, testimoniando así que en su cuerpo y en su palabra reside un mismo poder divino que obra en el mundo. También, cuando llegó a una ciudad que se llamaba Naïm donde se llevaba a enterrar a un joven, hijo único de una viuda, tocó el ataúd diciendo: “Joven, a ti te lo digo: levántate!” (Lc 7,13-17).

      Así que no sólo confiere a su palabra el poder de resucitar a los muertos sino que, para mostrar que su cuerpo es fuente de vida, toca a los muertos y por su carne les infunde nueva vida a los cadáveres. Si el sólo contacto con su carne sagrada vuelve la vida a los cuerpos en descomposición ¡cuánto provecho no encontraremos en la eucaristía, fuente de vida, cuando nos alimentamos de ella! El transformará en si misma, en su inmortalidad, a los que participan en ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario