miércoles, 18 de enero de 2017

Meditación: Marcos 3, 1-6


Entre el 18 y el 25 de enero, fechas de la confesión de San Pedro y la conversión de San Pablo, se celebra tradicionalmente la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, recordando la oración del Señor por sus discípulos: “Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17, 21).

Se han dado muchos pasos importantes entre diversas iglesias, pero aún no llega la anhelada unidad de todos los fieles. Por esto, las congregaciones y parroquias de todo el mundo organizan intercambios de predicadores, oraciones y celebraciones ecuménicas especiales.

En el mundo actual asistimos a una inundación de palabras y mensajes, no solo a través de la televisión y la radio, sino más aún por el efecto de las muchas redes sociales. Pero los fieles hemos oído una Palabra de salvación, que se nos ha lanzado como un salvavidas; es la Palabra que nos llama a la comunión y nos lleva hacia la unidad con los demás cristianos que también la han escuchado.

Por eso, tenemos una palabra poderosa que decir al mundo, a la sociedad, a la cultura de hoy día, y todos unidos la podemos pronunciar con fuerza. Esa Palabra es: Yeshúa, Jesús, “Dios salva”.

Es cierto que la herida de la división entre los cristianos sigue sangrando en el Cuerpo de Cristo, por eso todos tenemos el deber de orar por el loable propósito de la unidad de todos los cristianos, y la semana que comienza hoy es precisamente la que tanto la Iglesia Católica Romana como el Consejo Mundial de Iglesias evangélicas han designado para elevar estas plegarias al Padre. La unidad es posible gracias al poder y el amor del Espíritu Santo.

Muchos católicos tienen familiares, amigos y compañeros de trabajo que son evangélicos. ¿Es esto para ti motivo de preocupación? Si lo es, empieza por orar por una de esas personas y por ti mismo, para que el compartir y la amistad mejoren, se solidifiquen y se abandonen las incomprensiones, porque es mucho más lo que nos une en la fe con nuestros hermanos separados que lo que nos divide.
“Amado Jesús, toca los corazones y las conciencias de quienes dirigen las diversas iglesias del mundo para que estén dispuestos a dialogar y buscar vías de entendimiento y unidad.”
Hebreos 7, 1-3. 15-17
Salmo 110(109), 1-4

fuente: Devocionario católico la palabra con nostros

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