miércoles, 11 de diciembre de 2013

Solo en el Señor la fuerza y la victoria

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Di hoy al Señor: Señor que tu Palabra me hiera, porque solo un corazón herido por la Palabra de Dios es capaz de soportar las heridas de la vida. ¡Que el Señor hiera tu corazón con su Palabra santa!

“Asimismo no he hablado en secreto, en algún rincón oscuro; y no he dicho a la raza de Jacob: Búsquenme, pero todo será confusión, pues yo, Yavé, digo lo que es justo y hablo sin rodeos.» Ante mí se doblará toda rodilla. Reúnanse y vengan, acérquense y traten de entender, ustedes que sobreviven entre las naciones: Son tontos los que le creen a una estatua, a una cosa de madera, y rezan a un dios incapaz de salvar. O si no hablen, presenten sus pruebas; si es necesario, consúltense unos a otros: ¿Quién había anunciado estas cosas y las había publicado desde hace tiempo? ¿No he sido yo, Yavé? No hay otro Dios fuera de mí. Dios justo y Salvador no hay fuera de mí. Vuélvanse a mí para que se salven, desde cualquier parte del mundo, pues ¡yo soy Dios y no tengo otro igual! Lo juro por mi Nombre, pues de mi boca sólo sale la verdad y si hablo, la palabra no se echa atrás: «Ante mí se doblará toda rodilla y toda lengua jurará por mí, diciendo: Justicia y fuerza están sólo en Yavé.» Vendrán a verlo muy humilditos los mismos que se enfurecían con él, y toda la raza de Israel conseguirá con Yavé el triunfo y la gloria” (Isaías 45,19-25).

Es en el Señor que encontraremos la fuerza y la victoria. En el “Hosana Brasil”  celebramos las victorias, y aún en medio de sufrimientos, podemos agradecer a Dios. Es posible proclamar la victoria aún cuando el dolor se instale en nuestra vida.

Toda experiencia con Dios se da cuando damos un nuevo sentido a nuestra vida. Lo que nos convierte no son los resultados que encontramos en la vida, sino la búsqueda de este Dios que se nos revela cada día. Ten cuidado para no buscar a Dios en el lugar errado, son muchos los que predican en nombre de Dios.

La imagen no puede ser lugar de adoración, pero sí un lugar de devoción. Nosotros no podemos conducir al pueblo a un “dios de madera”. ¿Qué es un “dios de madera”? Es una religión que predica la prosperidad, que predica que su salvación está en pagar el diezmo. Sin embargo, la salvación no se compra, porque es don de Dios. De nada sirve que des el diezmo si te olvidas de darle tu corazón al Señor.
No importa lo que Dios realizó en mi vida, y no es porque Él realice o no realice algo en mi vida que Él es Dios. La acción del Señor, en nosotros, es llevarnos a la libertad. La espiritualidad es mucho más que prácticas religiosa, se da cuando comienzas a sentir en el corazón la liberación de una libertad que te estaba aprisionando. Ser libre no es fácil, es necesario tener libertad interior.
Jesús decía que solo la verdad puede liberar. Si no hicimos una experiencia con Dios, con Cristo Resucitado, el encuentro con Dios no se dará cuando demos nuestro dinero, sino cuando doblemos las rodillas, junto con eso, doblamos el orgullo.
Cuando Dios acontece verdaderamente en nuestra vida encontramos la libertad. No hablo de la libertad de ir y venir, hablo de la libertad interior. Solo el ser libre es capaz de amar al otro de la manera que es, sin libertad vamos a aprisionar al otro en nuestra expectativa, sin libertad seremos celosos.
Solo los libres son capaces de ver las desgracias de la vida y no culpar a Dios por eso.
La santidad no pasa por lo que tenemos, sino por lo que Dios nos puede dar. Jesús revolucionó el mundo, el miraba a la prostituta a los ojos y no venía una prostituta sino una mujer. El Señor ve el corazón y no los rótulos.

El Señor te va a preguntar: “¿Eres libre del dinero que tienes?” Hasta con la comida, no somos libres para comer sin moderación. ¿No decimos: “Voy a cuidarme y cuidar mi salud, voy a alimentarme bien?
¡Cuántas familias están siendo destruidas por el alcohol, porque los padres no son libres ante el vodka, no son libres delante de la cerveza!

Necesitamos ser libre con relación a la castidad también, y eso no es simplemente porque el Papa pidió. ¡No! Es porque tu cuerpo es territorio santo. El Cristianismo quiere cuidar de tu libertad interior. Proclama la victoria de Dios en tu vida. Permite que el Señor apague el cigarrillo y encienda la luz del Espíritu Santo, para que nazca en tu corazón el deseo de ser mejor.

¡Los enmascarados no entran en el cielo! ¡No cambies de religión, no! ¿Quién dice que tiene que cambiar de religión para que tu familia conozca la Palabra de Dios?

Padre Fabio de Melo
Prédica durante el Campamento “Hosana Brasil 2013”
Traducción: @ExequielAlvarez

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