miércoles, 22 de julio de 2015

Don de Fe y Milagros - Parte VII

SITUACIONES ESPECIALES EXIGEN UNA CONFIANZA ESPECIAL
Parte VII

Se engaña quien piensa que la fe no es necesaria para conseguir lo que hay de más grandioso, sobre todo, la salvación. El Espíritu Santo inspiró la Sagrada Escritura de manera que quedase muy claro que, para ser salvo, es necesario creer. “Porque es gratuitamente que fueron salvados mediante la fe. Esto no proviene de sus meritos, sino que es puro don de Dios” Ef. 2,8.
“Si, pues, con tu boca confiesas que Jesús es el Señor, y si en tu corazón crees que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo” Rom. 10,9.
“Cree en el Señor Jesús y serás salvo, tú y tu familia” Hch. 16,31
“Nosotros creemos que, por gracia del Señor Jesús, seremos salvos” Hch. 15,11
Jesús dijo: Vé! Tu fe te salvó” Lc 18,42

Por lo tanto, cuando se trata de una persona adulta y clara, la fe es una condición para entrar en la vida eterna; ella es el único medio para obtener el auxilio espiritual que nos preservará de la perdición. Es necesario entender que no se trata de tener o no tener éxito en lo que se hace. Sin ayuda de Dios, ni siquiera conseguimos comenzar a hacer el bien, porque antes de hacer algo necesitamos primero creer en él. No nos engañemos: la fuerza divina que mueve a la persona de bien es la fe. No hay poder en el mundo que se compare a ella. Se trata de una confianza que lleva a la realización y sin la cual nada puede ser hecho. Hace mil seiscientos años, los cristianos no solamente sabían sino que también lo declaraban oficialmente: “ningún bien hace el hombre sin que Dios le de su gracia para eso” (S. León Papa). Muchas personas perdieron su fuerza de realización porque se apartaron de Dios. Ni siquiera conseguían imaginar cómo serían los días que tenían en frente, pues como dice la Palabra: “No somos capaces por nosotros mismos de tener algún pensamiento. Nuestra capacidad viene de Dios” (cfr. II Cor 3,5) El hombre pierde visión, fuerza y capacidad a medida que se desvía de su creador. Cuando renuncia a la fe, es como si quebrase el canal por el cual el Agua Viva de la salvación llega hasta él. Se va volviendo entonces, frágil y apático. La fe es como el hilo eléctrico que nos mantiene abastecidos con la fuerza del Espíritu Santo. El ser humano fue amasado por Dios de forma que solamente el Señor es toda su fuerza.

Ningún hombre solo, por mejor que sea, puede por él mismo realizar su propia salvación. Dios determinó que todo lo que el hombre y la mujer consigan en la vida o puedan conseguir, sea por medio de él que lo alcancen. Fe, en este caso, es creer, confiar y depender solamente de Dios y de nada más; es, independientemente de los peligros y tribulaciones que se tenga que enfrentar, esperar de Jesús la salvación con aquella seguridad que nace de la certeza de que Dios no vuelva atrás en sus garantías: “Si crees, verás la Gloria de Dios”, dijo Jesús a Marta y a María poco antes de resucitar a su hermano. (cfr. Jn 11,40


Del libro: “Dons de Fé e Milagres”
Márcio Mendes
Editorial Cançao Nova
Adaptación Del original em português.

No hay comentarios:

Publicar un comentario