lunes, 27 de julio de 2015

RESONAR de la Palabra - 27 de Julio de 2015

Evangelio según San Mateo 13,31-35.
Jesús propuso a la gente otra parábola:
"El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.
En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas".
Después les dijo esta otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa".
Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas,
para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo.

RESONAR
San Máximo de Turín (¿-c. 420), obispo
Homilía 111; PL 57, 511

La levadura del mundo entero

En el evangelio leemos: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, quedará solo; si muere dará mucho fruto ” (Jn 12,24). El Señor Jesús es el grano de trigo, pero también es levadura... Viniendo al mundo, como hombre y solo, el Señor Jesús ha dado a todos los hombres la posibilidad de llegar a ser lo que él mismo es. Todo aquel que se incorpora a la levadura de Cristo se convierte en levadura, útil para si mismo y para todos los demás. Se salvará y salvará a muchos.

Antes de ser introducida en una medida de harina, la levadura se bate, se desmenuza, se disuelve--- Entonces es cuando se asemeja a los innumerables granos de trigo molidos que constituyen la harina. Unifica en un cuerpo sólido una sustancia que, de suyo era tan inconsistente como el mismo polvo. La levadura, en fin, convierte en una pasta útil lo que parecía ser pura dispersión vana.

Así, Nuestro Señor Jesucristo, levadura del mundo entero, fue quebrantado por muchos sufrimientos, lacerado y destruido, y su sustancia, su preciosa sangre, fue derramada por nosotros para dar consistencia a todo el género humano disperso. Nosotros, que éramos como la harina de pueblos dispersos, nos ha reunido como la levadura convierte la harina en masa compacta. Nosotros yacíamos, miserables, por toda la tierra, dispersos y quebrantados, ahora quedamos unidos en el cuerpo de Cristo, gracias al poder de su pasión.

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