domingo, 19 de julio de 2015

Jesús nos toca con los sacramentos


Padre Paulo Ricardo. Foto: Wesley Almeida/cancaonova.com

Padre Paulo Ricardo. Foto: Wesley Almeida/cancaonova.com
¿Por qué muchas veces, cuando comulgamos o nos confesamos parece que nada cambia? se pregunta el padre Paulo.

Vamos a reflexionar al respecto de la sanación que Jesús quiere darnos, en especial la sanación espiritual por el perdón de los pecados. ¿Por qué, muchas veces, cuando comulgamos o nos confesamos parece que nada cambia? Si es Jesús de verdad, ¿por qué recibimos los sacramentos y parece nada cambiar?

Necesitamos entender una cosa: Dios actúa en nuestra vida. El está presente como un Dios vivo. Dios escogió un instrumento para tocar nuestra vida, pero cuando el toca no es la Trinidad quien nos toca directamente, sino que Él nos toca a través de la humanidad de Cristo. El habita en una luz inaccesible allá en el cielo, pero el quiso venir a éste mundo y se hizo hombre en el vientre de la Virgen María, Dios creó para Él mismo un cuerpo y un alma igual a la suya. Jesús es hombre como nosotros y es la humanidad de Cristo la que nos toca. Cuando Dios quiso salvarnos, quiso salvarnos por la humanidad de Jesús. 


Cuando Jesús hombre muere en la cruz sucede nuestra salvación, cuando su humanidad muere y no su divinidad, estamos salvos, pero si tu no recibes esta salvación en tu vida no sirve de nada. ¿Cómo fue que hizo Cristo para distribuir la salvación entre nosotros? A través de siete instrumentos que son los sacramentos que brotaron del pecho abierto en la cruz. Cuando el soldado traspasó el lado del Señor brotaron sabre y agua que son señales de los sacramentos. El primero es el agua que es el sacramento del bautismo, la sangre es el mayor de los sacramentos: la Eucaristía. Es como si Jesús tuviese una ebanistería y necesitase usar instrumentos para modelar la madera de nuestro corazón.

Si no recibes los sacramentos difícilmente recibirás el toque de la humanidad de Cristo. El bautismo es el toque de la gracia permanente de Cristo, El nos toca con su agua viva. Solamente dos sacramentos recibimos con frecuencia: la comunión y la confesión, los otros sólo una vez, a no ser la unción de los enfermos en el caso de una dolencia grave y el matrimonio en caso de viudez.

Al hablar de confesión lo que sucede con frecuencia en nuestra vida es que nos confesamos y no vemos cambiar nada. Si te vas a confesar y tienes el arrepentimiento mínimo, estas perdonado de tus pecados, pero eso no quiere decir que recuperas toda la gracia que perdiste. Cuando pecas pierdes talentos y si tu arrepentimiento es miserable recuperas pocos talentos, nuestro camino hacia Dios es como una piedra que se tira a lo alto, ella va desacelerando hasta que comienza a caer, es eso lo que sucede con las personas que se confiesan sin un verdadero acto de fe fervorosa, confiesan y quedan peor, se vuelven paganos dentro de la Iglesia, no tienen vida verdadera, el Espíritu Santo no está actuando porque no se dejan tocar verdaderamente.

En el pasaje del evangelio en que Jesús está en medio de la multitud y El siente que alguien lo toca, siente el toque porque fue un toque de amor, pero con las otras personas nada aconteció pues lo tocaban sin fervor, sin esperanza, para ellos Jesús era una curiosidad, un "león de circo", estaban allá para un espectáculo. Tú has venido a participar de éste encuentro "PHN" (Por Hoy No voy a pecar) para ver el "León del circo"? Pues debes saber que has venido a ver al León de Judá que quiere tocar y cambiar tu vida hoy. Si has venido a pasear, porque tus amigos están aquí, a vender drogas o a conseguir una noviecita, debes saber que caerás del caballo pues Jesús va a tocarte. Queda aquí la invitación para ti que estás en pecado, no vayas andando hacia el confesionario sino vé corriendo porque necesitas que Cristo Resucitado te toque. Necesitas tocar a Cristo con la fe de aquella mujer que tenía hemorragia.


Padre Paulo Ricardo. Foto: Wesley Almeida/cancaonova.com
Padre Paulo Ricardo. Foto: Wesley Almeida/cancaonova.com
Una comunión hecha con la fe de aquella mujer es capaz de cambiar tu vida mucho más de lo que puede cambiar si comulgas todos los días sin fervor, sin fe y sin apertura de corazón. Deja a Cristo tocarte. Es importante saber como te confiesas, necesitas del verdadero arrepentimiento. Por lo tanto ¡cuidado!. Arrepentimiento no quiere decir sentimiento. La confesión es un tribunal y lo que tienes que hacer es acusarte, no sirve ir al confesionario a dar explicaciones, colocando delante del sacerdote aquello que sientes. Algunas veces las personas van a confesarse por vanidad, pensando "como yo, maravilloso como soy, puedo haber hecho eso?", no debe ser así. Debes ir al confesionario a decir que detestas el pecado.

Tú eres el preso, por lo tanto debes acusarte, y el sacerdote allí sentado es el juez, pero no es el sacerdote, es el propio Cristo Resucitado, y cuando levanta la mano para absolverte es la mano llagada de Cristo Resucitado lo que te toca. Para que la confesión de frutos necesitas ser el acusador, puede que no sientas nada, pero necesitas sí, tener una actitud de fe; haz tu lista, confiesa tu pecado y haz el firme propósito de nunca más pecar. Sólo disculparse no es intentar.

El PHN (Por Hoy No voy a pecar mas) es un proyecto de nunca más pecar, un paso cada día. Cuando ofendes a Dios, cuando pecas, te haces además mal a ti mismo.

El sacramento de la comunión es el Cristo Resucitado que se da como alimento espiritual. El problema es que una multitud de personas entra en la fila de la comunión con indiferencia. Si amas a Jesús de verdad, después de la comunión, vas a sentir una fuerza espiritual. Sientes la fuerza de la comunión cuando amas a Jesús en tu hermano, en el pobre, en el necesitado. Para sentir esa fuerza necesitas comulgar correctamente. Si estás en pecado mortal, no comulgues.

Cuando comulgas y te confiesas y nada sucede es porque lo haces sin fe. La gracia es dada conforme a la disposición y a la cooperación de quien la recibe. Para de arrastrarte como una serpiente, tú estas hecho para volar como un águila, pero para eso necesitas del toque de la humanidad de Cristo.


Amor no es sentimiento, es un eterno, es una alianza de sangre que dice yo no desisto de ti. No desistas de ti! Fuiste hecho para amar y no para ser egoísta. Fuiste hecho para dar la vida y no para usar a los otros y tirarlo luego a la basura. para volar como un astro luminoso, como los santos, porque esta es la voluntad de nuestro Padre de los cielos. Dios hace locuras por nosotros, murió en la cruz por nosotros, Él quiere que la gente vaya al cielo. Si tienes sufrimientos, si tienes llagas, pide a Dios que transforme por el Espíritu Santo las llagas de dolor en llagas gloriosas de amor. El Espíritu Santo transforma el dolor en amor. Carga tu cruz hasta el Cristo y deja que el toque tus llagas.
fuente Portal Canção Nova
Adaptación del original en português.

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