lunes, 10 de septiembre de 2012

Visión y batalla espiritual



Alexander Oliveira
Canção Nova.
Campamento "Quién como Dios"


Para reflexionar bien sobre éste tema: “Visión y batalla espiritual”, los invito a leer Hechos de los Apóstoles 26, 9-18 y así juntos meditar ésas palabras.

Se trata de un tema muy importante para nuestra vida espiritual porque comúnmente pedimos a Dios por innumerables necesidades y el Señor viene a alertar e invitar a dar un paso más allá. Muchos cristianos se han olvidado de pedir al Señor la gracia de tener “visión espiritual”, pues esto es una “donación (regalo) divino”.

¿Qué harías para cambiar la forma de pensar de hombres como Pablo, que perseguía y combatía a los cristianos?

Pablo cambió “el agua” por el “vino”; así, de un Pablo perseguidor surge un Pablo evangelizador.
Él cambió de vida después de dejar su visión antigua y abrirse a la visión del Señor, o sea, él va percibir desde la óptica de Dios y mirar las situaciones con los ojos de Él.
Pablo fue llamado por el Señor a abrir los ojos de los que estaban ciegos. Todos nacemos sin percepción espiritual, por eso debemos pedir esta gracia, pues hombres y mujeres no son nada sin visión de Dios en su vida.

Será muy bueno el día en que puedas decir a alguien que eras una persona ciega, y que después del encuentro verdadero con Dios pasaste a percibir todo con los ojos de lo Alto. El hombre que tiene experiencia de Dios es aquel que testimonia la acción divina en su vida y tiene el corazón convertido.

Cuando ganamos esta gracia, nuestra vida es transformada. Ahora bien, es preciso reconocer nuestras necesidades, nuestras faltas y flaquezas para que podamos tener “visión espiritual”. Después de eso, podremos dejar de mirar todos nuestros problemas de manera superficial y mundana y pasaremos a mirar con los ojos de lo alto.

El Señor nos llama para las cosas de lo alto, del Reino y nos invita a encaminarnos con Él, por lo tanto, hombres y mujeres necesitan pedir alegrar su mirar para renovar su vida espiritual y enfrentar las dificultades. Debemos “guerrear” todos los días, porque sobre nuestras cabezas existe una lucha entre ángeles y demonios. Debemos ser hombres de visión para vencer ésta batalla.

Y necesitamos ir a la batalla revestidos con la armadura de Dios, por eso es imperioso pedir la gracia de tener ésta percepción del espíritu. Nuestra lucha es contra los espíritus malignos, entonces, cuando vamos revestidos con esta armadura, tenemos la certeza que saldremos vencedores.
Aquel que vive en nuestro corazón es mayor que aquel que vive en el mundo. Batalla es batalla, sea en el campo físico o espiritual. Necesitamos salir vencedores en esta confrontación, pues nuestra recompensa será estar delante de Dios. A aquellos que venzan en esta lucha, Dios los felicitará por haber triunfado en todas las persecuciones.
No podemos tener miedo porque Él es nuestro guía.

Todos vivimos luchas. Ya desde el momento en que posibilitamos al odio invadir nuestro corazón, una batalla es perdida frente al enemigo. Dios es Amor. Cuando llenamos nuestra vida con el amor, el enemigo no tiene espacio para actuar. Por eso no podemos dejar al odio tomar posesión de nosotros.

La batalla espiritual tiene su inicio cuando alimentamos el odio dentro de nosotros. Ahora bien, el hombre tiene fuerzas para no ser tomado por esos males. La revuelta que nosotros los cristianos sentimos en éste mundo, no es con las personas que están a nuestro lado, es con el sucio que alimenta el odio en nuestro corazón.
Vendrán muchas batallas espirituales, pero es seguro que quien hace parte del ejército de Dios no puede temer.
El hombre y mujer de visión espiritual presiente a Dios actuando en su vida.


Traducción Miguel Yunges sobre una adaptación en português de Alessandra Borges





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