viernes, 17 de junio de 2022

COMPRENDIENDO A PALABRA

No acaparéis tesoros en la tierra»

¿Por qué atormentarte y hacer tantos esfuerzos para guardar tu riqueza al abrigo detrás de la argamasa y los ladrillos? «La buena fama se alcanza sobre grandes riquezas» (Pr 22,1). Te gusta el dinero por el prestigio que te procura, piensa que cuanto más grande sea tu celebridad si te puede llamar el Padre, el protector de miles de niños, mejor que guardar en tus sacas miles de monedas de oro. Que lo quieras o no, un día deberás dejar aquí tu dinero; al contrario, la gloria de todo el bien que hayas hecho, te la llevarás contigo ante el soberano Señor cuando todo un pueblo, se apresure para defenderte ante el juez común, te llamará por los nombres que dirán que les has alimentado, que les has asistido y que has sido bueno… Reparte tus riquezas según convenga, sé liberal y espléndido en dar a los pobres. Ojalá pueda decirse también de ti: “El da abundantemente a los pobres: su generosidad permanecerá para siempre” (Sl 111,9)…

Contemplas tu dinero y ¿no haces caso de tus hermanos?... Deberías estar agradecido, contento y feliz por el honor que se te ha concedido, al no ser tú quien ha de importunar a la puerta de los demás, sino los demás quienes acuden a la tuya. Y en cambio te retraes y te haces casi inaccesible, rehuyes el encuentro con los demás, para no verte obligado a soltar ni una pequeña dádiva. Sólo sabes decir: «No tengo nada que dar, soy pobre.» En verdad eres pobre y privado de todo bien: pobre en amor, pobre en humanidad, pobre en confianza en Dios, pobre en esperanza eterna.



San Basilio (c. 330-379)
monje y obispo de Cesárea en Capadocia, doctor de la Iglesia
Homilía sobre la caridad: PG 31, 266 - 267; 275

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