lunes, 10 de diciembre de 2012

Tiempo de limpieza interior

Las estaciones de la naturaleza nos enseñan a reconciliar en nuestro corazón el tiempo de los misterios que abrazan nuestra fe. Adviento es el tiempo de la espera. Todavía no es navidad, pero anticipa la alegría de esta fiesta. Vivir cada tiempo litúrgico con el corazón es una forma noble de no anticipar un tiempo que todavía no ha llegado. En la sobriedad que este tiempo litúrgico exige, vamos tejiendo el edredón de la alegría de Cristo que viene a nuestro encuentro.
Esperar es una alegría anticipada de algo que aún no ha llegado. Una mujer embarazada vive en el alma la felicidad anticipada por la vida que, en su seno, se engendra en el tiempo oportuno. La naturaleza cumple el ritual de las estaciones para que cada tiempo sea único. Los jóvenes apasionados esperan el momento del encuentro. Las familias organizan la casa en el cuidado de la espera de los familiares que van llegar. Esperar es una metáfora de la vida cotidiana. En el contexto del Adviento, la espera gana tonalidades alegres y sobrias.
Casa que esta desordenada no es apropiada para recibir los amigos y familiares que van llegar. Jardín sucio no se puede convertir en un cultivo para nuevas semillas. La espera es también tiempo de cuidado, tiempo de organización.
El tiempo de la espera, es el tiempo del cuidado en la vida espiritual. Llegando al final de un año más, muchos corazones se encuentran totalmente desordenados. Rabias almacenadas en los potes de la prepotencia, heridas almacenadas en los cajones del rencor, amistades siendo consumidas por la envidia, tristezas creciendo en el jardín de la felicidad, la violencia siendo gestada en el silencio del corazón.
Mientras las tiendas hacen su balance, somos invitados a hacer un balance de nuestra situación emocional. En el balance de la vida, el amor debe ser siempre el saldo positivo que nos impulsa a ser más humanos cada día.
Una casa desordenada no es un lugar adecuado para recibir visitas. Un corazón sucio difícilmente tenga espacio para acoger a quien llega. En este tiempo del adviento, la limpieza de la espera debe quitar las telarañas de los sentimientos que estacionaron en nuestra alma. El polvo que asfixia el amor debe ser barrido. Tiempo nuevo exige un corazón nuevo.
Jesús, con Su amor sin límites, entraba en el corazón de cada persona y hacía una limpieza de amor, abría las ventanas de la vida que impedían a cada persona ver la luz de un nuevo tiempo que llegó, devolvía las flores ya secas por los dolores y cambiaba tristezas por la alegría de la resurrección, y sembraba semillas de amor y paz.
En el Adviento de la vida, las estaciones del corazón se vuelven un tiempo propicio para limpiar las habitaciones del alma en la espera de Cristo que viene. Si el corazón esta siendo cuidado, las semillas de la esperanza van a geminar en el tiempo adecuado y el Amor va nacer en la alegría de su llegada.
Traducido: Thaís Rufino de Azevedo
Padre Flávio Sobreiro
fuente Portal Canción Nueva en español

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