sábado, 13 de febrero de 2021

COMPRENDIENDO LA PALABRA 130221


"Me da pena esta multitud..." (Mc 8,2)

La narración de este milagro da lugar a constatar las operaciones diferentes de la divinidad y la humanidad, en la única y misma persona de nuestro Redentor. En consecuencia, aleja totalmente del credo de los cristianos y del seno del cristianismo el error de Eutiques, que osaba decir que había en Jesús una única operación. ¿Quién no ve que el sentimiento de pena que Nuestro Señor siente por esa multitud es un sentimiento de compasión propio a la naturaleza humana? ¿Pero quién no ve, al mismo tiempo, que es una obra de la potencia divina dar de comer a cuatro mil hombres con siete panes y algunos peces?

"Todavía se recogieron siete canastas con lo que había sobrado" (Mc 8,9). Esa multitud que acaba de comer y saciarse no se lleva los restos de pan, sino que los deja recoger por los discípulos en los canastos, como había efectuado anteriormente. Este hecho, explicado literalmente, nos enseña a estar contentos cuando tenemos lo necesario y a no buscar más de ello. El evangelista nos hace luego saber el número de los que estuvieron saciados: "Eran unas cuatro mil personas. Luego Jesús los despidió". Consideremos entonces que Nuestro Señor Jesucristo no quiere despedir a nadie en ayunas y, al contrario, desea dar a todos los hombres el alimento de su gracia.

En sentido figurado, hay una diferencia entre este segundo milagro (Mc 8,1-9) y la primera multiplicación (Mc 6,30-45) de cinco panes y dos peces. La primera multiplicación es figura de la escritura del Antiguo Testamento, que estaba como pleno de gracia del Nuevo. La segunda multiplicación representa la verdad y la gracia del Nuevo Testamento, abundantemente comunicadas a los fieles. La multitud que, según el testimonio de San Mateo, espera tres días la sanación de sus enfermos (cf. Mt 15), es figura de los elegidos que tienen fe en la Santa Trinidad y con una oración perseverante imploran el perdón de sus pecados. También representa a los que se convierten al Señor con sus pensamientos, palabras y acciones.


San Beda el Venerable (c. 673-735)
monje benedictino, doctor de la Iglesia
Homilías sobre Marcos, libro II, (PL 92), trad. sc©Evangelizo.org

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