lunes, 7 de febrero de 2022

COMPRENDIENDO LA PALABRA 070222


La nueva creación nos es ofrecida en Cristo

Nuestro Señor Jesucristo, al nacer verdaderamente hombre, sin dejar de ser verdaderamente Dios, realizó en él el comienzo de la nueva creación. Con su nacimiento dio a la humanidad un comienzo espiritual. ¿Qué inteligencia puede comprender tal misterio, quién podría expresar tal gracia?

La injusticia vuelve a la inocencia, la vejez a la novedad, los extranjeros tienen parte a la adopción filial y quienes llegan de afuera, entran en posesión de la herencia. Los impíos devienen justos; los ávidos, generosos; los libertinos, castos; los hombres hechos de tierra, espirituales. ¿De dónde viene ese cambio sino de “la derecha del Altísimo” (Sal 76,11)? Porque el Hijo de Dios vino a destruir las obras del diablo. Se incorporó a nosotros y nos incorporó a él, de forma que el descenso de Dios al mundo, fue una elevación del hombre hacia el mundo de Dios. (…)

¡Que tus ojos reciban la luz sensible! Abraza con todo tu espíritu esta “luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre” (Jn 1,9). Por eso dice el profeta: “Miren hacia él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán” (Sal 33,6). Si somos el templo de Dios y el Espíritu habita en nosotros, cada fiel lleva en su alma algo de más valor que lo admirado en el cielo.


San León Magno (¿-c. 461)
papa y doctor de la Iglesia
1º Sermón de Navidad (SC 22 bis, Sermons 1-19, Cerf, 1964), trad. sc©evangelizo.org

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