lunes, 31 de julio de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 17,22-27


Evangelio según San Mateo 17,22-27
Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús les dijo: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres:

lo matarán y al tercer día resucitará". Y ellos quedaron muy apenados.

Al llegar a Cafarnaún, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: "¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?".

"Sí, lo paga", respondió. Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: "¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?".

Y como Pedro respondió: "De los extraños", Jesús le dijo: "Eso quiere decir que los hijos están exentos.

Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti".


RESONAR DE LA PALABRA

Hermana, hermano:

Seguro que alguna vez, tras la lectura del Evangelio, le diste vueltas a ese estribillo que se repite en el capítulo 13 de Mateo, ¿verdad?

Ese “sucede con el reino de los cielos…” es el motivo central. Nos habla del plan de Dios, del Sueño de Dios; muy especialmente del modo y manera con que Dios quiere actuar en la historia humana.

Sí. De eso van las parábolas.

De eso va también la de hoy.

Y nos sorprende. Y nos cuestiona. Y nos descoloca. ¿O no?

Siendo sinceros, en muchas ocasiones, esperamos más de “todo un Dios”. Esperamos más en fuerza, en poder, en energía, en planteamientos, en estrategias…

Y resulta que va y Él nos sale con eso de lo pequeño, lo germinal, lo poco, lo casi (o del todo) insignificante…

Con cara de “descolocados” intentemos soltar esas nociones, ideas y valoraciones “paganas”; que, por cierto, nos cuesta bastante dejar.

Abrámonos con confianza en su propuesta, y dejémonos convertir (mejor: seducir) por ese bendito modo de hacer del Señor con su Proyecto.

Dame ojos, Señor, para ver la fuerza de las semillas.

Dame corazón, Señor, para amar la fuerza de los pequeños gestos.

Dame entendimiento, Señor, para ser levadura y fermento.

Dame discernimiento para no dejarme engañar por el espejismo de lo grandioso, de lo poderoso, de lo aparentemente efectivo y perfecto.

Amén.

Tu hermano.
Juan Carlos, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

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