viernes, 22 de septiembre de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

“Acompañaban a Jesús los Doce y también algunas mujeres” (Lc 8,1-2)

“Los huesos se me pegan a la piel y se me desprenden los dientes de las encías” (Job 19,20). Los huesos designan la fuerza del cuerpo, la carne su debilidad. Ya que Cristo e Iglesia son uno, ¿qué representan los huesos? ¿El Señor o la carne? Representan a los discípulos, que a la hora de la pasión sólo conocieron una sabiduría de débiles. La piel, que es exterior a la carne y permanece sobre el cuerpo, ¿qué representa sino a las santas mujeres que, prontas para una asistencia corporal, servían al Señor en las labores exteriores?

Cuando los discípulos, sin embargo débiles todavía, predicaban a los pueblos la fe en la verdad, ellos eran como la carne pegada a los huesos. Cuando las santas mujeres preparaban lo que le era exteriormente necesario, eran como la piel que permanece exteriormente sobre el cuerpo. Pero cuando llega la hora de la cruz, un pesado miedo ha invadido sucesivamente a sus discípulos ante la persecución. Las mujeres permanecieron allí. Así estando su carne como consumida, los huesos del Señor permanecieron pegados a su piel. Porque ante la huida de los discípulos en el momento de su pasión, su fuerza la encontró en las mujeres, junto a él. (…) Las mujeres no tuvieron miedo, no huyeron y, la Escritura lo testimonia, permanecieron a su lado aún en el sepulcro.

El Señor puede decir “Los huesos se me pegan a la piel”. Los que debían estar estrechamente unidos a mí, como mi fuerza, fueron consumidos por el miedo en el momento de mi pasión. Las que estaban encargadas de servicios externos, las he encontrado sin miedo, fielmente unidas a mí en el momento de mi pasión.



San Gregorio Magno (c. 540-604)
papa y doctor de la Iglesia
Morales sobre Job, XIV (SC 212, Morales sur Job, Cerf, 1974), trad. sc©evangelizo.org

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