lunes, 15 de enero de 2024

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 2,18-22


Evangelio según San Marcos 2,18-22
Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?".

Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo.

Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.

Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande.

Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos:

Cuando algo comienza, se atisban horizontes y oportunidades. Así ocurre al comienzo de toda vida; por eso los niños son signo de esperanza. Así ocurre cuando se comienza un proyecto, entre las incertidumbres y los anhelos que se persiguen. Así ocurre al comienzo de un nuevo año, que aún tenemos cercano…

Pero la novedad, de estar en algún sitio, no está en el número. Cambiar de hoja del calendario o de número de año no aportan nada en sí mismos. Habrá que buscar en otro lugar la fuente y el motor de esa novedad.

Para los cristianos, “lo nuevo” viene siempre de la mano de Dios. Él es el que “hace nuevas todas las cosas”. Desde abajo, desde dentro y desde cerca. Por su encarnación, Jesucristo se ha unido, en cierto modo, a toda persona, y aquél que le abre su vida, puede verse renovado, ensanchado, esperanzado. Su vida es referencia que abre horizontes a nuestras estrechas miras. Su Palabra es orientación en medio de las encrucijadas de cada día. Sus preferencias hacen saltar por los aires nuestros egoísmos e individualismos. Su Reino, que ya ha comenzado, pero aún no se ha manifestado en su plenitud, nos hace caminar más allá, sin acomodarnos. La única condición es dejar actuar a su Espíritu en nosotros, diciendo “hágase en mí”, como hizo María.

El inicio de un nuevo año puede ser una oportunidad para preguntarme, ante el Señor, cuánto hay en mí de “hombre viejo” -que vive desde sí y para sí, con la angustia que eso conlleva- y para pedirle que siga alumbrando en mí el “hombre nuevo”, es decir, su misma Vida en mí. Porque, como nos dice hoy el Evangelio, “Nadie echa vino nuevo en odres viejos (…); a vino nuevo, odres nuevos”.

Renueva, Señor, mi vida;
que te deje entrar, para que puedas
quitar lo superfluo,
arreglar lo mejorable,
y añadir lo necesario.
Que mi vida sea reflejo de tu Vida,
viviendo desde el Padre, para los demás,
contigo, como Tú y por Ti.
Que así sea, hoy y siempre. Amén.

Nuestro hermano en la fe:

Luis Manuel Suárez CMF

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

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