miércoles, 23 de enero de 2013

3º Luz de Luna


“Me cubres con tu palma
Salmo 138



¿Te has detenido alguna vez a contemplar un bebe recién nacido en las manos de su padre? Así como despierta ternura el niño sobre el pecho su de madre, del mismo modo no existe una imagen más poderosa, que hable de protección, como la de un niño en brazos de su padre.
Eso mismo. Eso que contemplan tus ojos, es lo que Dios Padre realiza con nosotros. Y más aún, mucho más de lo que podemos llegar a intuir e imaginar. Presta atención. Imagina...
¿Qué hace posible el ser sostenido en la palma de la mano?
¿Qué “común unión” vincula a “hijo” y “padre”?
Pequeñez y Amor.
La pequeñez del niño. El Amor del Padre.
Sólo lo “pequeño” puede ser contenido por las palmas del padre.
Solo lo “pequeño” puede ser abrazado y sostenido por las manos amorosas del que es “protección” y “abrigo”.
María es Aquella que comprendió totalmente éste misterio.
Ella, la más pequeña, fue abrigada y protegida por el Amor de Dios al punto de ser, también Ella, cobijo y resguardo “del Hijo”.
La pequeñez de María tiene nombre, “Humildad
La pequeñez de María tiene raíces que la sustentan: una vida centrada en hacer la Voluntad de Aquel que la predestinó por Amor.
En el “patio de María” puede comenzar un nuevo tiempo para tu vida. Tiempo de pequeñez, tiempo de mansedumbre, de confianza infinita, de abandono en las manos del Padre que está siempre pronto para tomarte en su “palma”, cobijarte, resguardarte de todo mal.

“Señor, aquí estoy, ¡hágase en mí según tu palabra!.
Cúmplase en mi tus designios.
Y si en la tribulación me olvido de Ti... ¡ilumina mis pruebas con tu Luz!”

Miguel
Comunidad Piedras Vivas


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