miércoles, 21 de noviembre de 2018

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 19,11-28.

Evangelio según San Lucas 19,11-28.
Jesús dijo una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro.El les dijo: "Un hombre de familia noble fue a un país lejano para recibir la investidura real y regresar en seguida.Llamó a diez de sus servidores y les entregó cien monedas de plata a cada uno, diciéndoles: 'Háganlas producir hasta que yo vuelva'.Pero sus conciudadanos lo odiaban y enviaron detrás de él una embajada encargada de decir: 'No queremos que este sea nuestro rey'.Al regresar, investido de la dignidad real, hizo llamar a los servidores a quienes había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno.El primero se presentó y le dijo: 'Señor, tus cien monedas de plata han producido diez veces más'.'Está bien, buen servidor, le respondió, ya que has sido fiel en tan poca cosa, recibe el gobierno de diez ciudades'.Llegó el segundo y le dijo: 'Señor, tus cien monedas de plata han producido cinco veces más'.A él también le dijo: 'Tú estarás al frente de cinco ciudades'.Llegó el otro y le dijo: 'Señor, aquí tienes tus cien monedas de plata, que guardé envueltas en un pañuelo.Porque tuve miedo de ti, que eres un hombre exigente, que quieres percibir lo que no has depositado y cosechar lo que no has sembrado'.El le respondió: 'Yo te juzgo por tus propias palabras, mal servidor. Si sabías que soy un hombre exigentes, que quiero percibir lo que no deposité y cosechar lo que no sembré,¿por qué no entregaste mi dinero en préstamo? A mi regreso yo lo hubiera recuperado con intereses'.Y dijo a los que estaban allí: 'Quítenle las cien monedas y dénselas al que tiene diez veces más'.'¡Pero, señor, le respondieron, ya tiene mil!'.Les aseguro que al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará aún lo que tiene.En cuanto a mis enemigos, que no me han querido por rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia".Después de haber dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén.

RESONAR DE LA PALABRA

Nuestros talentos al servicio del reino

En el interior de nuestro corazón fluyen muchos deseos. Cada uno de ellos da forma a nuestros ideales. Son el centro por el que se filtran nuestras alegrías y tristezas. En muchas ocasiones son nuestras razones más auténticas para hacer o dejar de hacer, para irnos o quedarnos, para gastar o compartir.

El Evangelio de hoy nos muestra el deseo hondo de Jesús. Por el cual se estremece su corazón al reconocer que se acerca a Jerusalén y que de alguna forma alborea: el Reino.

Por su causa dejó su hogar paterno allá en el cielo, pasó mil calamidades y gozos e invirtió cuanto era y tenía. Allá en el Jordán tuvo la tentación de usar cuanto era en beneficio propio y poder vivir con cierta tranquilidad, confortablemente. Pero decidió dejarlo aún lado. De qué le servía vivir cómodamente si no vivía auténticamente. Por qué reservarse algo de sí o renunciar a la vida tal cual es. Guardarse o reservarse algo era algo así como mojar la sal o esconder la luz que ardía en su interior.

Algunos nos hemos encontrado metidos en este extravagante sueño de Jesús, nos reconocemos sus siervos y hemos recibido una misión invertir cuanto somos y hemos recibido en hacer brotar el Reino a nuestro alrededor.

A veces nos cuesta reconocer los talentos que de él hemos recibido y no en pocas ocasiones sentimos la tentación de esconder lo que nos ha sido dado, de no ponerlo a fructificar y simplemente vivir. Dejar que la vida nos viva.

“Nuestro tiempo pasa, Señor.
Danos tu tiempo para que podamos vivir.
Danos el valor de servir a la vida y no a la muerte.
Danos tu futuro a nosotros
y a nuestros hijos.” (J. Moltmann)
CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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