viernes, 1 de noviembre de 2019

CON TODOS LOS SANTOS


Con todos los santos

En la vida eterna contemplaremos con los ojos de la inteligencia la gloria de Dios, de los ángeles y de todos los santos, así como la gloria y la recompensa de cada uno en particular. En el día del juicio, cuando resucitaremos con nuestros cuerpos gloriosos por el poder de Nuestro Señor, estos cuerpos serán resplandecientes como la nieve, más brillantes que el sol, transparentes como el cristal... Cristo, nuestro “chantre y maestro de coro”, cantará con voz triunfante y dulce un cántico eterno, la alabanza y el honor de su Padre celestial. Todos cantaremos este cántico con corazón alegre y voz clara para toda la eternidad. La gloria y la felicidad de nuestra alma brotará en nuestros sentidos y impregnarán nuestros miembros. Nos contemplaremos mutuamente con ojos glorificados. Escucharemos, pronunciaremos y cantaremos la alabanza de Nuestro Señor con voz indefectible.

Cristo nos servirá. Nos mostrará su rostro luminoso y su cuerpo de gloria marcado con las llagas de la fidelidad y del amor. Veremos todos los cuerpos glorificados con todas las marcas del amor con que sirvieron a Dios desde el comienzo del mundo... Nuestros corazones se enardecerán en el amor ardiente por Dios y por todos los santos...

Cristo, en su naturaleza humana, llevará el coro de la derecha, ya que esta naturaleza es lo más noble y lo más sublime que Dios ha creado. A este coro pertenecen todos aquellos que viven en él y él en ellos. El otro coro es el de los ángeles. Aunque sean de naturaleza superior que los hombres, tenemos la ventaja gracias a Jesucristo con quien formamos un solo cuerpo. Cristo será el pontífice supremo en medio del coro de los ángeles y de los hombres ante el trono de la soberana majestad de Dios. Ofrecerá y renovará ante su Padre celestial todas las ofrendas que jamás se hayan ofrecido por los ángeles y por los hombres. Sin cesar, ser renovarán y estarán eternamente presentes en la gloria de Dios.


Beato Juan van Ruysbroeck (1293-1381)
canónigo regular
Los siete grados del amor

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