lunes, 13 de julio de 2020

COMPRENDIENDO LA PALABRA 130720


"El que dé a beber... a uno de estos pequeños en calidad de discípulo... no quedará sin recompensa"

“Pongo mi vida en manos del Creador”, que es fiel (1P 4,19) “por quien desempeño esta misión” (Ef. 6,20) a pesar de mi bajeza, porque Él no hace acepción de personas y me eligió para este servicio, para que yo fuera su servidor, “uno de los más pequeños entre los suyos” (Mt 25,40). ¿Pero cómo le pagaré por todas las cosas que me ha concedido? (Sal. 115,12) Pero ¿qué diré, qué le prometeré a mi Dios, ya que nada tengo sino lo que Él mismo me dio?... Que, por voluntad de Dios, nunca permita que “se pierda el pueblo que Él adquirió” (Is 43,21) desde los confines de la tierra. Ruego a Dios que me dé perseverancia y se digne hacerme su testigo fiel, por el nombre de Dios, hasta mi partida. 

Y si yo realicé alguna buena acción, por mi Dios, a quien amo, le pido que me conceda verter mi sangre, junto con estos extranjeros y cautivos, por el honor de su nombre... Tengo la certeza, de que si esto me ocurriera, he ganado mi alma junto con mi cuerpo porque, sin ninguna duda, en aquel día resucitaremos en la claridad del sol, esto es, en la gloria de Cristo Jesús nuestro Redentor...

Por eso ruego a quienes creen y temen a Dios: quienquiera se haya dignado observar o recibir este escrito que Patricio, pecador ignorante, escribió en Irlanda: si he hecho o dicho cualquier cosa por insignificante que sea del agrado de Dios, que nadie vaya a pensar que lo he hecho yo, con lo ignorante que soy. Pensad más bien y creed con toda verdad que todo esto fue don de Dios. Y esta es mi confesión, antes que yo muera.



San Patricio (c. 385-c. 461)
monje misionero, obispo
Confesión, 56-62 conclusión

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