miércoles, 1 de mayo de 2024

San José, mucho más que un carpintero.

Más que un carpintero.

Según los evangelios de Mateo y Marcos, José era un τέκτων (tékton), que traducido de una manera simple sería un carpintero, pero en realidad, el término engloba mucho más. Un τέκτων era esencialmente un artesano muy versátil que no solo trabajaba la madera, sino que también construía y reparaba casas y fabricaba muebles e incluso toda clase de herramientas agrícolas. Así que, al pensar en José solo como un carpintero desde luego nos limita mucho la riqueza de su verdadera actividad. Adiós a la imagen idílica del taller de carpintería lleno de virutas como el que podía tener Gepetto.


Igual deberíamos imaginarnos a José, entonces, como alguien extremadamente hábil con sus manos. ¿Un "manitas"? Algo parecido. Un hombre que recorría calles y caminos, que trabajaba en fachadas, tejados, escaleras y andamios. Seguramente era de esos que "echan horas" con cualquier encargo que se presente, sin apenas descanso. Ya fuera en las obras constructivas de la gran ciudad cercana de Séforis o arreglando el cercado de cualquier vecino en el pueblo. No resulta ilógico pensar que estas habilidades le convirtieran en alguien bastante conocido y apreciado en la comunidad de Nazaret, capaz de responder a una gran variedad de necesidades prácticas.

La asociación de José con la carpintería posiblemente comenzó con San Justino, quien en sus Diálogos con el rabino Trifón afirmaba:

«Cuando Jesús llegó al Jordán, se le tenía por hijo de José el carpintero, y apareció sin belleza , como las Escrituras habían anunciado; fue considerado él mismo como un carpintero, porque mientras estaba entre los hombres, fabricó obras de carpintero, arados y yugos, enseñando por ellas los símbolos de la justicia y una vida de trabajo.»

Así, quedó establecida la figura del "José carpintero". Justino utilizaba esta referencia para argumentar sobre la humildad de Jesús y la autenticidad de su misión mesiánica, en consonancia con las profecías del Antiguo Testamento.

Lo realmente fascinante en esta evolución "artesanal" de la figura josefina es cómo su vida trasciende la de un simple trabajador manual para convertirse también en un símbolo de la capacidad de transformar lo simple en algo valioso. Al igual que transformaba materiales básicos en objetos útiles, José, como figura paterna, modeló y guio a Jesús durante su juventud, preparándolo para su futura misión.

Esta imagen de José subraya el valor del trabajo manual en la tradición cristiana, mostrando que las tareas cotidianas, a menudo vistas como mundanas o triviales, pueden ser realmente un camino hacia la santidad. José se consolidó poco a poco en el imaginario cristiano como un claro ejemplo de cómo la dedicación y el esfuerzo diarios no solo contribuyen al bienestar de nuestras comunidades, sino que también tienen un profundo valor espiritual.

Las habilidades de un τέκτων —la capacidad de construir, reparar y mantener— en este tiempo de "usar y tirar" son más esenciales que nunca. Al igual que José, podemos aspirar a ser artesanos en nuestros campos, maestros que no solo crean, sino que también enseñan y dejan un legado de integridad y diligencia. En cada tarea que emprendemos, en cada desafío que enfrentamos, tenemos la oportunidad de hacer algo ordinario, algo extraordinariamente valioso.

publicado por Centro pastoral Loyola

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