domingo, 4 de noviembre de 2018

MI AMIGO, EL TIEMPO

MI AMIGO, EL TIEMPO
Ya intenté para el tiempo y también ya intenté hacerlo avanzar más rápido. Pero hoy, el tiempo y yo, somos amigos.
Siempre discutí con el tiempo, aunque él no pelease conmigo y siguiese siempre su curso, mientras yo me adelantaba o quedaba por detrás.

Cuando era pequeño, encontraba que el tiempo tardaba en pasar: en enero, yo ya contaba los días que faltaban para llegar a diciembre o para tener nuevamente vacaciones. El tiempo pasó y me volví adulto por demás de rápido. Ahora miro para atrás y veo que mi infancia se fue, no vuelve, y que muchas veces no supe lidiar con el tiempo que estaba pasando.

Me quedaba ansioso, angustiado, porque muchas cosas que desea hacer me parecía que llegarían en una eternidad. Algunas veces intenté adelantar el tiempo y viví algunas realidades antes de la hora. Fui precipitado, erré, perdí el tiempo y no aproveché muchas ocasiones y oportunidades. Amigos se fueron, cosas lindas quedaron en la memoria y la salud muchas veces tocó a la puerta para recordarme ese tiempo que se fue y las cosas buenas que no aproveché debidamente.

Ahora decidí volverme amigo del tiempo, y el se hizo mi amigo. Quiero vivir intensamente cada día, cada momento y cada ocasión. No tengo más prisa, y quiero vivir un día a la vez. Cuando miro al pasado, agradezco por las lecciones vividas. Cuando miro el futuro le digo: “Tu hora va a llegar”. El tiempo que me debe acompañar es el ahora, el presente.

Cuando hice las pases con el tiempo, la serenidad se volvió una compañera que combate de frente la ansiedad que siempre toca mi puerta. Ahora mi opción es vivir el momento: cuando estoy jugando, reservo el tiempo exclusivamente para jugar; cuando estoy leyendo, me dedico a absorber bien la literatura que tengo frente a mis ojos; cuando estoy conversando, deseo estar enteramente vuelto a la conversación. Y así procuro vivir, de forma más intensa, el tiempo que se llama hoy. Percibo que este no es un ejercicio fácil y no siempre consigo dedicarme a él de la mejor forma, pero sé que mi relación con el tiempo solo será, de hecho, amigable si sé respetar el momento de vivir cada cosa.

Con el pasar del tiempo, los dolores se alivian, las heridas cicatrizan, las alegrías se prolongan. Las pasiones ilusorias se diluyen, el perdón se vuelve remedio, la madurez toca la puerta. Lo que no vale la pena queda en el pasado, mientras lo que es verdadero permanece.

Mi amigo el tiempo, de una forma bien amigable, siempre me llama la atención y me recuerda que, para aprovecharlo mejor, es necesario haberse organizado y priorizar cosas. Le pedí que me diese un tiempo, pues quiero dedicarme a organizarme mejor y a priorizar lo que merece ser priorizado.

El tiempo es compañero de la prudencia y de la determinación, por eso el también me recuerda que hacer las cosas correctas en la hora equivocada puede ser tan perjudicial como hacer lo errado. Si dejo para mañana lo que debería haber sido resuelto ayer, podré constatar que es demasiado tarde para hacer algo. Y si no espero el momento correcto para hacer las cosas que están reservadas para el futuro, puedo acabar anticipando los acontecimientos para los cuales todavía no estoy preparado.

Admito que todavía no se lidiar con el tiempo, no sé como el precisa ser encarado. Pero volverme su amigo fue una importante decisión que volvió la vida más intensa y menos precipitada.
Dedicí hacerme amigo del tiempo y él se hizo mi amigo; Quiero vivir intensamente cada día, en cada momento, en cada ocasión.
P. Roger Araujo
Repensando la vida. Reflexiones simples como simple debe ser la vida.
Pag. 59 - Editora Canção Nova

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