miércoles, 10 de junio de 2020

MEDITACIÓN PARA HOY: 1 REYES 18, 20-39

Griten más fuerte…a lo mejor está dormido y así lo despiertan. (1 Reyes 18, 27)

¿Qué haces para atraer la atención de alguien? ¿Gritar? ¿Saltar? A veces nada funciona, no importa lo que hagamos. Eso es exactamente lo que pasó en la primera lectura de hoy.

Los profetas de Baal intentaron todo para despertar a su dios: gritaron y brincaron por horas alrededor del altar que habían construido; incluso se hicieron cortes con cuchillos, sin obtener ningún resultado. Sabemos que no tuvieron respuesta porque Baal en realidad no existe. Elías, en cambio, rezó al Dios de Israel y el Altísimo le respondió.

Todos atravesamos momentos en que el Señor parece estar tan lejos y no escuchar que podemos sentirnos como los profetas de Baal. Incluso pensamos que deberíamos dedicar más tiempo a rezar o hacerlo mejor y entonces Dios nos escucharía y respondería nuestras peticiones.

Pero, ¿cómo puedes acercarte más a Dios? Elías nos da tres claves: Recuerda, habla con sencillez y confía en Dios.

Recuerda. Cuando Elías construyó su altar de piedra, que representaba a las doce tribus de Israel, les recordó a los israelitas que ellos eran el pueblo que Dios había escogido y el Señor era el Dios que ellos habían conocido por generaciones: Aquel que es fiel y ve, escucha y responde a su pueblo. Recuerda que tú has sido escogido y amado por este mismo Dios fiel.

Habla con sencillez. Elías utilizó un lenguaje sencillo para dirigirse a Dios. Tú no necesitas palabras perfectas para lograr que Dios escuche tus plegarias. Ten confianza y dirígete a tu Padre con palabras sencillas.

Confía en Dios. Elías creyó que Dios contestaría su oración en el monte Carmelo, y así fue. Sin embargo, a veces, Dios responde las oraciones en formas que son inesperadas e incluso que no son las deseadas. ¿Qué hacer entonces? Confía en el Señor y espera. Continúa recordando y hablando con sencillez: Señor, tú eres mi esperanza, yo creo que tú escuchas mi oración. Yo confío que me responderás y sacarás lo bueno de esta situación.

No es necesario que saltes y hagas piruetas para agradar a Dios y llamar su atención. Tampoco necesitas rogarle para que se acerque a ti. Él ya está cerca tuyo y te ama tanto que quiere que escuchar todo lo que está en tu corazón, hoy y siempre.
“Gracias, Padre, porque escuchas mi plegaria.”
Salmo 16 (15), 1-2. 4-5. 8. 11
Mateo 5, 17-19

fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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