“Que brille su luz”
La fundación de la Iglesia es la creación de un mundo. Según la expresión del profeta (cfr. Is 65,17), un cielo nuevo es creado. Ese cielo nuevo es “la firmeza de la fe en Cristo” (Col 2,5), como dice Pablo. Una tierra nueva es fundada “regada por abundantes lluvias” (He 6,7). Otro hombre es modelado, renovado por el nacimiento de lo Alto, a imagen de su Creador. Como si el hombre fuera de la naturaleza de los astros que cambian, se ha escrito “Ustedes son la luz del mundo” (Mt 5,14) y “Ustedes brillan como haces de luz en el mundo” (Flp2,15) y como numerosos astros luminosos que suben en el firmamento de la fe.
No es sorprendente que haya en este mundo nuevo una multitud de astros ordenados y denominados por Dios. El Creador de esos astros dice que su nombre está escrito en los cielos. Es así que entiendo la palabra de esta nueva creación: “Sus nombres están escritos en el cielo” (Lc 10,20). La multitud de astros que el Verbo creó, no es la única paradoja de esta nueva creación: hay también numerosos soles creados que iluminan la tierra, habitada con los rayos de las buenas obras. El Autor de esos soles dice: “La luz que hay en ustedes debe brillar ante los ojos de los hombres” (Mt 5,16) y “Los justos resplandecerán como el sol” (Mt 13,43).
El hombre que observa el mundo sensible y que conoció la sabiduría manifestada en la belleza de sus realidades, a partir de lo que ve deduce la belleza invisible y la fuente de esa sabiduría. Lo mismo, el que lleva su mirada sobre el mundo nuevo de la creación de la Iglesia, ve en ese mundo al que será todo en todos. Conduce su conocimiento hasta lo incomprensible, por el camino de realidades finitas y comprensibles.
San Gregorio de Nisa (c. 335-395)
monje, obispo
La fundación de la Iglesia (La Colombe et la Ténèbre, Cerf, 1992), trad.sc©evangelizo.org
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