lunes, 13 de febrero de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

Constatando su humanidad, no podía creerlo su Creador

Los sabios caían, perdiendo la fe en la verdad. También lo podemos decir de los tontos, ya que los Fariseos y Doctores de la Ley despreciaban al Señor y la multitud seguía su incredulidad. Ella veía en Él al hombre, despreciando las enseñanzas del Redentor del mundo. (…)

Sin embargo, dejando a los sabios y ricos de este mundo, nuestro Redentor vino a buscar a los pobres y los locos. También dice, al crecer su dolor “Los tontos me desprecian”. Es decir: He sido despreciado por los mismos que quise sanar, asumiendo la locura de mi predicación. La Escritura revela: “En efecto, ya que el mundo, con su sabiduría, no reconoció a Dios en las obras que manifiestan su sabiduría, Dios quiso salvar a los que creen por la locura de la predicación” (1Cor 1,21). El Verbo es la sabiduría de Dios y lo que se llamó locura de esta sabiduría es la carne del Verbo. Delante de la impotencia de los hombres carnales para llegar a la sabiduría de Dios con la prudencia de su carne, es con la locura de la predicación, con la carne del Verbo, que quiso sanarlos. Declara entonces: “Los tontos también me desprecian”.

Es como decir abiertamente: Soy despreciado por los mismos que quise salvar, sin temor a pasar por un loco. El pueblo, observando los milagros de nuestro redentor, delante de esos signos lo honraba diciendo: “He aquí Cristo”. Pero constatando la debilidad de su humanidad no podía creerlo su creador diciendo: “Engaña al pueblo” (Jn 7,12). Por eso podía agregar: “Cuando me levanto, se burlan de mí” (Jb 19,18).


San Gregorio Magno (c. 540-604)
papa y doctor de la Iglesia
Libro XIV (SC 212 , Morales sur Job, Cerf, 1974), trad.sc©evangelizo.org

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