lunes, 13 de enero de 2014

Para ser libres nos libertó Cristo Jesús!

PARA SER LIBRES NOS LIBERTÓ CRISTO


Cuenta el evangelio de Marcos que Jesús envió a dos de sus discípulos a Betfagé por un burro, para poder hacer su entrada mesiánica en la ciudad del gran rey de Israel: Jerusalén. Pero, el burro estaba atado, por lo que hubo necesidad de antes desatarlo:

Vayan al pueblo que está enfrente de ustedes, y no bien entren en él, encontrarán un pollino atado, sobre el que no ha montado todavía ningún hombre. Desátenlo y tráiganlo: Mc 11,2.

Para servir a Jesús, necesitamos, antes, ser desatados o desatarnos de las amarras que nos condicionan. Él no quiere esclavos ni robots, sino amigos.

El que no sirve con libertad, es un esclavo. Para ser libres nos libertó Cristo. Manténganse, pues, firmes y no se dejen oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud: Gal 5,1.


ELEFANTE EN LA ESTACA

El circo nacional ruso festejaba con gran alegría el nacimiento de su primer elefantito en cautiverio, siendo la atracción de propios y extraños. Adultos y niños, ricos y pobres, gozaban ante el pequeño gran animal que se sentía la estrella del espectáculo.
Pero, era tan travieso e inquieto, que el director del circo, mandó que lo amarraran a una estaca con una cuerda. Al principio, el elefantito intentó liberarse y tiraba la cuerda con mucha fuerza, pero sin éxito alguno. Se lastimó tanto su pata, que renunció a jalar la cuerda.
Ante la dificultad, terminó por ni siquiera intentarlo; y así, todas las noches, dormía atado a la pequeña estaca de madera.
Fueron pasando los años y el paquidermo fue creciendo y creciendo, hasta que se transformó en un poderoso animal, que en el espectáculo del circo rompía cadenas y empujaba un camión de carga. Pero, al terminar la función, simplemente, lo volvían a amarrar con la misma soga desgastada por el tiempo a la misma estaca de madera, que se había podrido por el agua.
Bastaba que el monumental animal jalara la cuerda, para cortarla o desenterrar la estaca, pero ya estaba programado para seguir con la rutina de las consignas de una tradición que se había transformado en programa de vida:
Le hicieron creer que no podía ser libre; y el pobre elefante había llegado a la conclusión de que era inútil buscar su liberación: y así, vivía encadenado a una frágil cuerda y una pequeña estaca de madera que eran más fuertes y poderosas en su mente que en la realidad.
Lo programaron, pero también él se dejo programar, llegando a aceptar y pensar que no podría ser libre.
Muchos de nosotros somos como ese elefante: Vamos por el mundo atados a varias estacas que nos restan libertad. Vivimos suponiendo que "no podemos", simplemente porque alguna vez probamos y no logramos nuestro objetivo. Grabamos en nuestra conciencia: "No puedo... y nunca podré". Crecimos cargando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos por preconceptos y paradigmas heredados, y nunca más lo volvimos a procurar.
Un día alguien nos amarró a una estaca, pero después nosotros mismos permanecimos atados, creyendo que ese era nuestro destino y que no había otra alternativa. Y, como no contábamos con nuestras capacidades de liberarnos, permanecimos encadenados.
Cada uno tiene una estaca a la que permanece atado; y lo peor, suponiendo que está condenado a vivir de esa manera.
Para entrar a Jerusalén, Jesús necesitaba un burro libre, sin ataduras; y por eso, envía dos de sus discípulos.
La misión de los discípulos de Jesús es liberar y desatar. Pero, antes, la Iglesia ha de llenarse ella misma con el poder del Espíritu Santo, proclamando que para ser libres nos ha libertado Cristo Jesús.


ORACIÓN
Señor Jesús, otros me sujetaron a alguna estaca para moldearme de acuerdo a la tradición.
Pero, desgraciadamente, también yo me até y permanecí encadenado a esa estaca llamada pecado,
a aquella otra que se identifica con ese vicio o conducta desordenada.
Me até a paradigmas y dogmas que proclamé infalibles, pero que a la postre me estacionaron
y estancaron en mi pensamiento y actitudes.
Vivo atado, Señor, por la cuerda de una decepción, una experiencia negativa o complejos de culpa.
También hay cadenas de autosuficiencia y orgullo que me paralizan para el cambio.
Me condicionan también las ideas obsesivas que me asaltan para robar mi libertad.
A veces hasta me siento atado a pecados ya perdonados que resucitan para acusarme y condenarme.
Señor, tú me has liberado con tu sangre preciosa hace dos mil años. Por eso, hoy yo declaro mi libertad.
Proclamo que Cristo Jesús ya me liberó y no permito ser oprimido nuevamente por nada ni por nadie,
ni acepto someterme al yugo de la esclavitud, por ninguna estaca,
menos a ser yo mismo el capataz que me esclavizo a mí mismo.
Como el burro de Betfagé, me declaro desamarrado de todas mis ataduras,
para llevarte a cumplir la misión libertadora que viniste a realizar en este mundo.
Yo soy testigo de tu poder libertador, y si lo haces en mí, lo puedes hacer en todos los demás.

"Dios prefiere burros desatados que elefantes amarrados"

José H. Prado Flores
Director internacional de la Escuela de Evangelización San Andrés

No hay comentarios:

Publicar un comentario