¿Es verdad que el descanso es de Dios sólo cuando uno
cae hacia atrás?
Bien; el signo de discernimiento del descanso
auténtico no es el de caer hacia adelante o hacia atrás, sino la presencia
operativa de Dios en el alma, que se conoce por la sanación y los frutos buenos
de paz, fe y amor que se producen. En el Huerto de los Olivos, algunos de los
soldados que venían a prender a Cristo, al oír de sus labios el " YO SOY
", retrocedieron hacia atrás y cayeron al suelo de espaldas (Jn !8, 5).
Sólo porque cayeran hacia atrás, no nos costa el que tuviesen verdadero
descanso en el Espíritu. Pudo tratarse de un signo para mostrar que el
poder de Cristo es superior al poder de los hombres. Bien es verdad que Ana
Catalina Emmerick, monja agustina estigmatizada, que fallece el 1824, nos dice
en sus escritos de la Pasión que el Señor le manifestó que aquellos soldados
que cayeron de espaldas, se levantaron del suelo convertidos.
Entonces se habría dado un descanso en el Espíritu
con frutos de conversión en aquellos soldados caídos al suelo a la voz de
Cristo. En este caso al caer de espaldas sería de Dios. Pero es que también al
caer de bruces, hacia adelante, en algunas ocasiones es de Dios. Recordad el
caso del profeta Daniel. Dios le ha abrumado con su presencia poderosa y cae de
bruces en un letargo con el rostro a tierra (Dan.10,9). Cuando quiere ponerse
en pie, no puede y adopta la ridícula postura de querer andar a cuatro patas
(Dan. 10,11); y la palabra de Dios nos lo cuenta sin miedo a los discernidores
prudentes y sensatos dictaminen que este descanso en el Espíritu del profeta
Daniel no es de Dios ni favorece el prestigio social y religioso del vidente ni
se puede juzgar con sensatez que este sea un camino razonable y prudente para
nadie. En Daniel 10,15, Dios vuelve a hablar con el profeta y éste vuelve a
caer de bruces, hacia adelante.
Y Dios está actuando. Cuando por la fuerza poderosa
del Dios presente, las fuerzas corporales abandonan a Daniel temporalmente, el
profeta cae hacia adelante. La dirección de la caída corporal no tiene excesiva
importancia en un discernimiento espiritual, si la tiene en cambio, el que el
impulso que provoca la caída provenga de la poderosa y avasallante presencia
del Dios vivo.
p. Ceferino Santos sj
p. Ceferino Santos sj
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