viernes, 3 de junio de 2016

Meditación: Lucas 15, 3-7


El Sagrado Corazón de Jesús
La fe y la tradición católicas han consagrado el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús. La devoción está centrada en la persona de Jesucristo, nuestro Señor, y en su muerte en la cruz, porque concibe el corazón como centro vital de su Persona y expresión de su entrega y amor total. En tal sentido, la devoción al Sagrado Corazón se refiere en forma particular a los sentimientos de amor incondicional de Dios al ser humano.
La fuente más importante de la devoción, en la forma en que la conocemos actualmente, es santa Margarita María Alacoque, religiosa francesa a quien Jesús se le apareció en diversas ocasiones en el siglo XVII. En dichas apariciones, Jesús le dijo que quienes oraran con devoción a su Sagrado Corazón recibirían gracias divinas en abundancia.

La Iglesia dedica el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús con la finalidad de que los católicos lo veneremos, lo honremos y lo imitemos, especialmente en este mes. Esto significa demostrarle al Señor, en forma práctica, que lo amamos y correspondemos a su gran amor. En efecto, tanto ama Cristo al ser humano que se entregó a la muerte por él, se quedó presente en la Sagrada Eucaristía como alimento y nutrición espiritual y como camino a la vida eterna.

Teniendo esto presente, hemos de analizar si lo que hacemos a diario corresponde o no al gran amor de Jesús. Por eso es recomendable tener en casa o en el trabajo una imagen del Sagrado Corazón, para que nos recuerde su gran amor y así tratemos de imitar su conducta.

El Señor le hizo a Santa Margarita varias promesas relativas a la devoción a su Sagrado Corazón, y por medio de ella a todos los devotos, como la siguiente: “Les prometo, en el exceso de mi misericordia, que mi amor todopoderoso concederá a todos aquellos que comulgaren por nueve primeros viernes consecutivos, la gracia de la perseverancia final; no morirán sin mi gracia, ni sin la recepción de los santos sacramentos. Mi Corazón será su seguro refugio en aquel momento supremo.” ¡Qué magnífico e inefable es el amor de Cristo!

“Amado Señor Jesucristo, Dios y Señor mío, llena nuestro mundo de tu amor y haz de nosotros almas generosas que se entreguen por entero a tu proyecto de salvación de la humanidad. Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío.”
Ezequiel 34, 11-16
Salmo 23(22), 1-6
Romanos 5, 5-11
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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