miércoles, 22 de junio de 2016

3 consejos para tus visitas a Jesús en el Sagrario



Esta mañana salí a las 6 a.m. y fui en auto a refrescar mi alma, y llenarme de esperanza. Visité a Jesús en una capilla cercana, a la que me encanta ir. Tienen un sagrario hermoso y allí está mi gran amigo de la infancia.
Qué sabroso empezar tu día así.
Subí la foto del sagrario en Facebook. Un amigo que la vio me escribió un correo preguntando qué hacer cuando visitas a Jesús en un sagrario.
“Recomiendas una hora diaria, Claudio… ¿Qué hago en ese tiempo?”
La hora diaria lo aprendí de la Madre Teresa de Calcuta. Leí que cuando inició su apostolado pasaba una hora diaria ante Jesús Sacramentado. Los resultados de esa hora podemos verlos a nuestro alrededor, en todo el mundo.
¿Qué hago yo? Muy sencillo… “Disfruto la compañía de Jesús”.
Él es especial en todos los aspectos que puedas imaginar. Es alegre, bromista, serio, sabio, paciente, detallista, tierno, bueno, generoso…
Me encanta estar en Su presencia.
Saberlo hijo de Dios y a la vez, mi amigo, es algo que impacta.
Él se pone feliz cuando lo visitas.
A veces no hay que hablar. Sencillamente estar allí, para Él. Es como cuando acompañas a una persona convaleciente que no puede hablar, el sólo hecho que estés allí la calma, le da fuerzas, lo anima.
Entiendo, eres una persona inquieta y no te puedes quedar sencillamente sin hacer nada.  Te compartiré  mis tres actividades favoritas cuando visito a Jesús en un sagrario.
Por supuesto, primero saludo a Jesús, converso un rato con Él, le hablo, le cuento todo, rezo, le pido algunos favores para otras personas necesitadas de Su gracia. Cuando te das cuenta pasó la primera media hora.
Después  de ello, le digo:
“Voy a hacer esto un rato… ¿te importa?”
Jesús te mira con tanto amor que eres capaz de cualquier cosa por Él.
Normalmente te responde: “Adelante… Vamos a hacernos compañía”.
  1. Escribir.  Esto es algo que disfruto mucho. Uso un programa para hacer notas del teléfono móvil. Las ideas empiezan a llegar y las escribo. De cuando en cuando me detengo, lo miro, Él me mira, y continúo.
  2. Leer.  Suelo llevar libros de espiritualidad. Los comento con Él, como dos amigos a los que les encanta la lectura y se intercambian ideas del libro que están leyendo. También llevo mi Biblia y algunos devocionarios.
  3. Rezar el rosario.  Es una fuente de gracias.  Una vez leí que puedes obtener una indulgencia plenaria por día cuando rezas el Rosario ante Jesús Sacramentado. Qué forma tan sencilla de ayudar y sacar un alma diaria del Purgatorio.
Como siempre te digo: “Si lo visitas hazme un gran favor. Dile que Claudio le manda Saludos”.  Le han llegado mis saludos desde Israel, España, Costa Rica, República Dominicana.
Ya imagino su risa ante esta ocurrencia.
Qué bueno eres Jesús.

Claudio del Castro
Fuente Aleteia

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