lunes, 27 de junio de 2016

RESONAR DE LA PALABRA - 27062016

Evangelio según San Mateo 8,18-22. 
Al verse rodeado de tanta gente, Jesús mandó a sus discípulos que cruzaran a la otra orilla. Entonces se aproximó un escriba y le dijo: "Maestro, te seguiré adonde vayas". Jesús le respondió: "Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza". Otro de sus discípulos le dijo: "Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre". Pero Jesús le respondió: "Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos". 

RESONAR DE LA PALABRA
Querido amigo:

A veces la Palabra de Dios resulta sencilla, clara, transparente. Pero otras tiene frases que resultan difíciles de comprender. Una de ellas es la que nos cuenta el evangelio de hoy: “Deja que los muertos entierren a sus muertos”.

¿Es que Jesús no era sensible a la familia? ¿Cómo Él, que se compadecía de todos y con todos fue paciente, no es capaz de esperar a que aquél discípulo fuera a hacer algo tan “sagrado” como enterrar a su padre?
Como siempre, la Palabra de Dios necesita ser interpretada, para no hacerle decir aquello que no quiere. ¿Qué significan estas palabras provocativas?

Jesús, como buen hijo de su pueblo, conocía la historia de cuando Elías llamó a Eliseo. Éste le pidió que le dejara ir a despedirse de sus padres antes de seguirle. Y Elías le dejó. En cambio, ahora Jesús dice que lo suyo, el anuncio del Reino, es tan urgente que ya no hay que entretenerse en lo que queda atrás, aunque parezca muy importante. “Tú, sígueme”.

“Deja que los muertos entierren a sus muertos”. Bien interpretado, es un buen lema de vida. Invita al seguimiento, a la decisión, a ponerse ya en camino, sin entretenerse ni dar disculpas. Invita también a dejar atrás lo que ya está muerto, lo pasado, aunque haya sido muy importante, y a mirar a lo que está por delante. Invita a no vivir de lo antiguo, a no quedarnos fijados mirando para atrás –como la mujer de Lot-, sino a lanzarnos a lo que está por delante... detrás de Jesús. Porque Él vivió todo esto. Sin tener dónde reclinar la cabeza. A la intemperie.

fuente: Ciudad Redonda

No hay comentarios:

Publicar un comentario