miércoles, 13 de diciembre de 2017

Meditación: Mateo 11, 28-30

Tal vez no resulte muy atractiva la idea de tomar un yugo a esta altura del Adviento, pues seguramente tú estás muy ocupado haciendo preparativos para la Navidad y recuerdas que tienes que comprar regalos, aparte de los quehaceres de limpieza y preparación de comidas, todo lo cual viene además de las obligaciones normales del trabajo, diligencias personales, apostolados en la parroquia, etc.

El descanso y la quietud son mucho más atractivos que la idea de un yugo. Lo que queremos hacer es relajarnos y reposar. Pero el Señor nos dice que su yugo es suave y su carga ligera, y que, si dejamos que él coloque su yugo sobre nuestros hombros, encontraremos el descanso que anhelamos. ¿Cómo puede ser esto?

Los yugos tienen la función de hacer que dos bueyes trabajen juntos en forma más eficiente. Cuando están así sujetos, los bueyes caminan y trabajan lado a lado. Sí, tienen que trabajar, pero lo hacen compartiendo la carga. Su cooperación hace que la tarea sea menos agotadora, porque los dos hacen el mismo esfuerzo.

Cuando el Señor nos invita a tomar su yugo, nos promete también caminar junto a nosotros y trabajar lado a lado con nosotros. Compartir el yugo con Jesús no hace desaparecer nuestras responsabilidades, pero sin duda facilita todo; no sólo nos ayuda a llevar la carga, sino que nos enseña a aprender de él cuando pasamos tiempo caminando a su lado.

Sigamos el ejemplo de los bueyes unidos. Así, caminando junto al Señor, las tareas se hacen más llevaderas y podemos mantener los ojos fijos en el próximo paso que nos toca dar, luego el próximo y luego el próximo.

No te fijes tanto en cuánto tienes que caminar; solamente da el próximo paso, y Jesús estará siempre allí a tu lado. Con el tiempo, más rápido llegarás a tu destino y aprenderás de Cristo, tu fiel Compañero, y te sentirás más contento y fuerte.

¿No te parece mejor? Lejos de ser una carga pesada, el yugo de Cristo nos ayuda a trabajar con más eficiencia, porque vas junto al mejor Compañero que jamás pudieras tener. Ya no tienes que afrontar solo las tareas del día, porque Jesús va contigo, a tu lado, compartiendo la carga.
“Señor mío Jesucristo, quiero tomar tu yugo sobre mí, caminar contigo y aprender de tu ejemplo.”
Isaías 40, 25-31
Salmo 103(102), 1-4. 8. 10

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