lunes, 28 de mayo de 2018

Meditación: Marcos 10, 17-27

Vende lo que tienes,
da el dinero a los pobres
y así tendrás un tesoro en los cielos.
Marcos 10, 21


El hombre que nos presenta el Evangelio de hoy seguramente jamás se imaginó escuchar tales palabras. Sin duda pensaba que tenía todo a su favor, pero no estaba dispuesto a arriesgar su respetabilidad frente a los de su círculo social para tratar de imitar a Cristo. Simplemente no podía renunciar a sus muchos bienes materiales y esto le impidió disfrutar de la vida plena que Jesús le ofrecía para esta vida y la próxima.

El Señor estaba invitando a este joven a experimentar una transformación completa, a iniciar una vida guiada y fortalecida por el Espíritu Santo, una vida para la cual tenía que renunciar a su dependencia de las riquezas materiales a fin de encontrar la felicidad. Es posible que este hombre haya tenido el sincero deseo de encontrar una vida más completa y satisfactoria, pero el apego a lo material se lo estaba impidiendo y Jesús, ofreciéndole librarlo de toda atadura, le mostró el camino hacia la libertad, pero él no pudo aceptarlo.

En realidad, Cristo quiere elevar a todos sus hijos a una vida iluminada por el Espíritu Santo, porque para eso vino, para darnos vida y vida en abundancia (Juan 10, 10), y el Señor sabe qué es lo que cada cual necesita para adoptar esa vida. Por eso, a veces pone el dedo en la llaga que nos duele, tal como lo hizo con el joven rico. La interrogante que todos hemos de afrontar es si estamos dispuestos a confiar en Jesús en forma tan radical. ¿Estás tú, hermano, dispuesto a ser una persona que quiera imitar a Cristo en todas tus actitudes?

A veces se nos ocurre que jamás podríamos hacer lo que Jesús nos pide, pero el Señor quiere darnos la seguridad de que con Dios todo es posible. Si Jesús nos pide hacer algo difícil, podemos confiar plenamente que también nos mostrará el camino y nos concederá la gracia necesaria para cumplirlo. Si nos pide que nos vaciemos de nosotros mismos un poco más, lo hace porque desea crear un espacio en nuestro corazón para que él deposite allí su vida y su amor. Ten la confianza de que esto es lo que el Señor hará.
“Cristo, Salvador mío, sé que tú escudriñas mi corazón y me conoces perfectamente bien, porque ves los aspectos de mi vida que necesito cambiar. Muéstramelos, Señor, para que yo me transforme más por el poder de tu Espíritu Santo.”
1 Pedro 1, 3-9
Salmo 111(110), 1-2. 5-6. 9-10
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

No hay comentarios:

Publicar un comentario