miércoles, 23 de mayo de 2018

Meditación: Santiago 4, 13-17

Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad
y pasaremos allá un año, haremos negocio y tendremos ganancia.
Santiago 4, 13


En la primera lectura de hoy, a primera vista pareciera que las palabras de Santiago se dirigen expresamente a aquellas personas que se dedican al comercio, pero en realidad tienen también un significado profundo para todos los cristianos, porque invitan a abandonar la autosuficiencia y a confiar en el Señor. Santiago reitera la necesidad de aceptar con humildad la voluntad de Dios y confiar en su sabiduría en todas las cosas, materiales y espirituales.

Al encontrarnos con Jesús, nos damos cuenta de que debemos renunciar al pecado y al egoísmo que ha sido común en nuestra vida y entregarnos a él de todo corazón. Mientras más vaya Jesús ocupando el centro de nuestra existencia, los pensamientos y motivaciones egoístas irán perdiendo fuerza frente a la verdad y los mandamientos de Dios.

San Pablo explica, en su carta a los filipenses, la vanidad de la vida egocéntrica en comparación con la magnificencia de la plenitud de la vida en Cristo: “Estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor” (Filipenses 3, 8).

Pero la insistencia de la vida egoísta es tal que a veces dudamos de poder confiar lo suficiente en el Señor como para someter nuestras capacidades naturales y logros personales a la vida del Espíritu. Sin embargo, reconociendo que nuestra vida, frágil y transitoria, no es más que “un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece” (Santiago 4, 14), podemos depositar toda nuestra esperanza y confianza en el Señor, por quien y para quien “todo ha sido creado” (Colosenses 1, 16).

Si Jesús es el centro de nuestra vida nueva, confiaremos cada vez más que el poder de su cruz puede dar muerte a nuestros antiguos hábitos de pecado y egoísmo: “Pero por obra suya están ustedes en Cristo Jesús, el cual se hizo para nosotros sabiduría de Dios, justificación, santificación y redención, para que, tal como está escrito: ‘El que se gloría, que se gloríe en el Señor’” (1 Corintios 1, 30).

Oremos hoy para que la vida y la sabiduría de Cristo sean el centro de nuestra vida, en lugar de nuestros propios razonamientos, planes y deseos.
“Gracias Señor por tu gran amor y tu infinita misericordia. Ayúdame a reconocer la inutilidad de vivir según mis propios conceptos.”
Salmo 49(48), 2-3. 6-11
Marcos 9, 38-40
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

No hay comentarios:

Publicar un comentario