viernes, 17 de mayo de 2019

COMPRENDIENDO LA PALABRA 170519


«Donde estoy yo, estéis también vosotros»

«En la casa de mi Padre, muchos pueden encontrar allí su morada, si no fuera así ¿os habría dicho: Voy a prepararos un lugar?»...Si en la casa de Dios no hubiera muchas estancias –decía el Señor- sería causa suficiente para anticiparme a preparar mansiones para los santos; pero como sé que hay muchas preparadas esperando la llegada de los que aman a Dios, no es ésta la causa de mi partida, sino la de prepararos el retorno al camino del cielo, como se prepara una estancia, y allanar lo que un tiempo era intransitable. En efecto, el cielo era absolutamente inaccesible al hombre y jamás, hasta entonces, la naturaleza humana había penetrado en el puro y santísimo ámbito de loa ángeles.
Cristo fue el primero que inauguró para nosotros esta vía de acceso y ha facilitado al hombre el modo de subir allí, ofreciéndose a sí mismo a Dios Padre como primicia de los muertos y de los que yacen en la tierra. Él es el primer hombre que se ha manifestado a los espíritus celestiales. Por esta razón, los ángeles del cielo, ignorando el augusto y grande misterio de aquella venida en la carne, contemplaban atónitos y maravillados a aquel que ascendía, y, asombrados ante el novedoso e inaudito espectáculo, no pudieron menos de exclamar: ¿Quién es ése que viene de Edom? (Is 63,1), esto es, de la tierra. Así, pues nuestro Señor Jesucristo nos «inauguró para nosotros este camino nuevo y vivo» (He 10,20) como dice san Pablo: «Ha entrado no en un santuario construido por hombre, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros» (He 9,24).

San Cirilo de Alejandría (380-444)
obispo y doctor de la Iglesia
Cometario al evangelio de Juan, 9; PG 74, 182-183

No hay comentarios:

Publicar un comentario