viernes, 25 de octubre de 2019

COMPRENDIENDO LA PALABRA 251019


Reconocer hoy los bienes eternos

Al lado de un bien individual hay un bien ligado a la vida en sociedad: el bien común. Es este bien de «todos nosotros», formado por individuos, familias y grupos intermedios que forman una comunidad social. No es un bien que se busca por sí mismo, sino por las personas que forman parte de la comunidad social... Es una exigencia de la justicia y de la caridad querer el bien común y buscarlo... 

Todo cristiano es llamado a vivir esta caridad según su vocaión y segú sus posibilidades de influencia al servicio de la polis, de la ciudad. Éste es el camino institucional – también se puede decir político- de la caridad que no es menos cualificada y determinante que la caridad que está directamente relacionada con el prójimo, fuera de las mediaciones institucionales de la polis. El compromiso para el bien común, cuando está animado por la caridad, tiene un valor superior al del compromiso puramente secular y político. Como todo compromiso en favor de la justicia, forma parte de este testimonio de la caridad divina que, actuando en el tiempo, prepara la eternidad.

Esta acción del hombre, cuando está inspirada y animada por la caridad, contribuye a la edificación de esta ciudad universal hacia la cual camina la historia de la familia humana. En una sociedad en vías de globalización, el bien común y el compromiso en su favor no pueden dejar de asumir las dimensiones de toda la familia humana, es decir, de la comunidad de los pueblos y naciones hasta el punto de poder dar forma de unidad y de paz a la ciudad de los hombres, y hacer de ella, en cierta manera, la prefiguración anticipada de la ciudad sin fronteras de Dios.


Benedicto XVI
papa 2005-2013
Encíclica «Caritas in veritate», 7

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