miércoles, 19 de febrero de 2020

COMPRENDIENDO LA PALABRA 190220


«Abre mis ojos... y contemplaré las maravillas de tu Ley» (Sl 118,18)

«Jesús le puso saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó si veía algo». El conocimiento es siempre progresivo. (...) Tan sólo después de mucho tiempo y de largo aprendizaje se puede llegar al perfecto conocimiento. Primero se va todo lo sucio, se va la ceguera y entonces viene la luz. La saliva del Señor es una enseñanza perfecta: enseñar de manera perfecta viene de la boca del Señor. La saliva del Señor que, por decirlo de alguna manera, viene de su sustancia, es el conocimiento, tal como su palabra que sale de su boca, es un remedio. (...)

«Veo hombres, me parecen árboles, pero andan»; veo todavía en sombra, no veo del todo la verdad. El sentido de esta parábola es: veo alguna cosa en la Ley, pero todavía no percibo la luz esplendorosa del Evangelio. (...) «Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado, y veía todo con claridad.» Veía, digo, todo lo que nosotros vemos: veía el misterio de la Trinidad, veía todos los sagrados misterios contenidos en el Evangelio. (...) También nosotros los vemos porque creemos en Cristo que es la verdadera luz.



San Jerónimo (347-420)
sacerdote, traductor de la Biblia, doctor de la Iglesia
Homilías sobre el evangelio de Marcos, nº 8, 235

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