jueves, 27 de febrero de 2020

Meditación: Lucas 9, 22-25

Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo.
(Lucas 9, 23)

Eduardo tenía la costumbre de jugar fútbol cada fin de semana, lo cual significaba dedicarle menos tiempo a su esposa y sus hijos. Sin embargo, una vez él y su esposa asistieron a un retiro espiritual. Rezando frente al Santísimo, tuvo un sentimiento abrumador del amor divino y supo que Dios quería que se entregara más a él. Eso implicaba cambiar ciertas rutinas, empezando por dedicarle menos tiempo al fútbol y más al Señor y a la familia.

Este caso es un ejemplo perfecto de lo que el Señor nos dice hoy en el Evangelio: “no buscarse a sí mismo” o “negarse a sí mismo” (v. Lucas 9, 23). Pero esto no significa que vayas a tener una existencia aburrida o menos interesante. Dios te ama demasiado y quiere que tengas satisfacciones y diversiones, pero también que dejes de hacer aquello que te mantiene alejado de él. Puede ser un deporte o diversión al que le dedicas varias horas, o el exceso de tiempo que pasas mirando televisión o navegando en Internet. O tal vez estás demasiado absorbido por tu carrera o negocio, y tu vida de oración va languideciendo.

¿Qué obstáculos surgen en tu camino? Pídele al Señor que te los muestre en oración, y es posible que te sorprendas. Si te da escalofríos la idea de privarte de algo que te gusta, no te preocupes. Si no es algo pecaminoso, probablemente Jesús no te pida que se lo entregues completamente, solamente que le des la atención correcta.

La decisión de Eduardo de jugar menos fútbol vino después de una experiencia profunda de amor con Dios, y eso lo llevó naturalmente a practicar su fe con más dedicación y entusiasmo. ¿Quién no querría pasar más tiempo con el Padre bondadoso después de una experiencia como esa? En el Evangelio de hoy, Jesús nos dice que esto funciona en ambos sentidos. En vez de esperar que Dios haga algo, nosotros mismos podemos tomar la iniciativa. Si queremos acercarnos más a él, debemos ver si hay algo que nos impida hacerlo, y si dejamos eso de lado, será más fácil escuchar la voz de Dios y experimentar su amor.

Recuerda, nadie puede jamás superar a Dios en generosidad. Lo que sea aquello a lo que renuncies por amor a él, te dará mucho más en retorno.
“Señor, ayúdame a privarme de todo aquello que me impida seguirte.”
Deuteronomio 30, 15-20
Salmo 1, 1-4. 6
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

No hay comentarios:

Publicar un comentario