jueves, 6 de mayo de 2021

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 15,9-11


Evangelio según San Juan 15,9-11
Jesús dijo a sus discípulos:

«Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor.

Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.»


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos

En este breve texto del Evangelio de hoy se nos indica el itinerario espiritual que debe caracterizar a los discípulos de Jesús, partiendo del amor como centro iluminador y vital: “Como el Padre me amó, así os amo yo. Permaneced en mi amor”. Es un amor que pide como respuesta la observancia de los mandamientos de Jesús como Él ha observado los mandamientos del Padre. Un amor que tiene como modelo el ejemplo de vida de Jesús en la obediencia radical al Padre hasta el sacrificio supremo de sí mismo. Los discípulos, llamados a practicar con fidelidad lo que Jesús ha realizado durante su vida, testimonian con su vida el amor de Jesús por los demás.

Es difícil amar si antes uno no se ha sentido amado. Se aprende a amar desde la propia experiencia de vida. Nos tenemos que dejar amar primero por Jesús y aceptar el amor que desde el Padre, a través de Jesús, desciende sobre nosotros. Como dice la primera carta de Juan: “No es que nosotros hayamos amado a Dios, sino que Dios nos amó primero”. Y el Papa Francisco dice: “Dios nos primerea siempre”. Hay que dejarse amar; hay que abrirse a la acción amorosa de Dios Padre que en Jesús nos ha demostrado cómo y cuánto nos ama. Jesús nos pide que le amemos dejándole a Él la iniciativa sin poner trabas y dificultades. “No habría aprendido yo a amar al Señor / si Él no me hubiera amado/ ¿Quién puede comprender el amor / sino quien es amado?” (De las Odas de Salomón).

Así como el Padre entrega por amor a su Hijo, y Jesús se da totalmente por los demás, nosotros debemos hacer otro tanto. Y este darse totalmente garantiza la “felicidad”, pues “hay más alegría en dar que en recibir”. Y la alegría es mayor, cuanto más nos damos y entregamos. La perseverancia en un servicio exento de gratificaciones es fuente de felicidad, porque estamos poseídos por la felicidad que viene de Jesús; esa felicidad que prometió a los que aman como Él. Dice Blase Pascal: “Cuando no se ama demasiado, no se ama lo suficiente”. Y el refrán dice: “la medida del amor, es un amor sin medida”.

José Luis Latorre

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

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