domingo, 27 de abril de 2014

Las heridas masculinas

Las heridas masculinas

En el mundo de hoy es muy común escuchar hablar de la violencia hacia la mujer. Las personas se han sensibilizado a este problema, debido a que las mujeres han alzado su voz. Sin embargo, es poco atendida otra realidad no menos dañina: la violencia que los hombres han sufrido.

Foto: freedigitalphotos
Esta situación genera heridas las cuales repercuten negativamente en el comportamiento de muchos varones.

Sé que afirmar que los hombres también han sido violentados puede ser algo sorpresivo o raro para muchas personas, inclusive molesto para otras, sin embargo es una violencia que existe, aunque no seamos tan conscientes de ello.

La violencia a la que me refiero es a aquella originada por una falsa idea sobre cómo se debe criar a los varones para que “se hagan hombrecitos”. Muchos padres, o inclusive madres, crecen con unos parámetros de masculinidad, los cuales pueden ser rígidos, inclusive llegar a ser caricaturescos (poco naturales). Entonces, a los hijos varones se les educa para que alcancen dichos parámetros.

La presión psicológica con la que puede crecer un niño en esta situación es alta, debido a que cualquier comportamiento que sea distinto de los parámetros mencionados, puede ser castigado o reprimido. Aquí es donde suele surgir la violencia.

Generalmente los niños pequeños se expresan con ternura, su voz es más aguda y pueden manifestar su miedo o dolor de manera natural. El problema es que estas características –infantiles y normales- pueden generar mucha ansiedad en los padres y más si es un niño que, por su temperamento, es de naturaleza más sensible o con menos rudeza que la mayoría.

La ansiedad de los padres, aunada a sus propias heridas infantiles, los lleva a querer “forzar” la masculinidad de su hijo. A muchos hombres tal vez les parezcan conocidas frases como: “no chille, parece vieja”; “compórtese como hombre”; “así no se paran lo hombres”; “defiéndete como hombre”; entre otras muchas más.

Debido a que un aspecto básico del desarrollo de la identidad sexual es precisamente la afirmación y el reconocimiento que los demás hacen de nuestro ser varón o mujer, el niño bajo esta presión, piensa que no es lo suficientemente masculino. El no sentirse bien consigo mismo en cuanto a su ser varón produce una herida que tal vez sea generadora de agresividad o, inclusive, un déficit en el sentido de su propia masculinidad que estará buscando compensar constantemente en su vida.

Las compensaciones a las que hago referencia son, por ejemplo, la promiscuidad como una manera de probar su potencial como varón; exageración de su virilidad, que puede llevarlo a una conducta violenta; denigrar a la mujer, desestimando su valor y dignidad; racionalismo exacerbado, evitando todo contacto con las emociones y especialmente aquellas relacionadas con la vulnerabilidad y, en general, a una falta de contacto con su interior (el mundo de las emociones).

Es necesario que los varones se hagan conscientes de estas heridas, pues de lo contrario, se bloquea el propio desarrollo, al no alcanzar una vivencia natural y espontánea de su afectividad, con una masculinidad herida.

Fuente: ALMAS

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