jueves, 21 de agosto de 2014

¿Dónde está el "felices para siempre"?

La felicidad es fruto de una conquista

Tu, con seguridad, ya te has encontrado con esta expresión al leer una historia infantil: “Y fueron felices para siempre….” Para muchas personas, la primera idea sobre la felicidad se basó en esta frase. Desde entonces, anhelamos una vida perfecta, sin problemas, sin miedo, sin sufrimiento. ¡Lamento decirtelo, pero eso es una mentira! ¡Sí, una mentira! No es posible, mientras vivimos en este mundo, alejarnos de sentimientos y situaciones difíciles. Para ser más sincero todavía, solo se puede sentir la felicidad con intensidad después de pasar por dificultades.

Donde esta el felices para siempre

Imagina un atleta en un maratón. Cuando llega al lugar, ve que los competidores no vinieron -no se presentaron- este año, no hay con quien competir. Por falta de competidores recibe el trofeo de primer lugar. Siendo sincero, ¿dónde esta la gracia de ganar así? Aún antes de que comience la carrera, alguien ya le podría haber dicho que él vencería de cualquier forma. ¿sera que él se esforzaría? ¿Será que entrenaría todo el año para intentar la victoria? Seguramente no.

La vida es una gran carrera y la felicidad es nuestro premio. Las dificultades y las lágrimas son nuestros adversarios intentando robar nuestro premio. Para lograr la felicidad, necesitamos dar lo mejor de nosotros para vencer los obstáculos. Necesitamos capacitar a nuestro espíritu por medio de la oración y de la comunión, capacitar lo emocional por el camino de la sanación interior y de la madurez, es decir, necesitamos hacer que la victoria poco a poco, se vaya haciendo posible y, así, tenga la oportunidad de alcanzar la felicidad.

La alegría de recibir el trofeo no estará en subir al podio, sino en saber que conseguimos llegar al final y vencer. El trofeo es solo una señal para recordar la conquista. Pero diferente del corredor, existe algo esencial para nuestra victoria sobre el mal, sobre la tristeza y los sentimientos que nos llevan hacia abajo: ¡la gracia de Dios! Sin ella es imposible vencer, porque ella es la agua que nos nutre y renueva nuestras fuerzas, ella es el aliento que tomamos para continuar corriendo.

Por lo tanto, podemos concluir que la felicidad es fruto de una conquista y no de un “arte de magia” , de “una varita mágica” o de un “estallar de dedos” de un genio o hada madrina. Necesitamos dejar de lado el cuento de hadas y ser cristianos. A ejemplo de Cristo, enfrentamos el calvario que nos lleva a la resurrección a cada lucha del día a día. Él es el Cireneo que nos ayuda en el caminar, en cada paso.

Para Dios lo imposible es algo "fácil", sin embargo, Él no lo quiere hacer sin nosotros. Con Él haremos maravillas y encontraremos sentido y felicidad cada día de nuestra vida; por último, el verdadero “felices para siempre”, es para nosotros, la vida eterna, el cielo. Donde no habrá ni dolor; ni tristeza o derrota.

Por: Alan Ribeiro
Traducción: Thaís Rufino de Azevedo

fuente PORTAL CANCIÓN NUEVA

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