viernes, 1 de agosto de 2014

Santificar el mundo y nuestro corazón

Que Dios santifique el mundo y nuestro corazón   

Cuando un maestro en religión ha sido instruido sobre el Reino de los Cielos, se parece a un padre de familia que siempre saca de sus armarios cosas nuevas y viejas” 
Mt 13,52

Nosotros, hoy seguimos la conclusión de una serie de parábolas que Jesús nos cuenta para hacernos comprender el Reino de los Cielos. Hoy, ese mismo reino es comparado al hombre que lanza una red en el mar y de allí recoge peces de todas las especies, peces buenos, peces más o menos buenos, y peces en mal estado que no sirven para nada. Después él irá a recogerlos y separarlos en las cestas.

El Reino de Dios es también semejante a un padre de familia que tiene entre sus tesoros cosas nuevas y también cosas viejas. Cuando nosotros miramos estas dos parábolas recordamos también la parábola de la cizaña y del trigo, que nos ayudan a entender el mundo en que vivimos, la Iglesia en la que participamos, el trabajo donde estamos inseridos. Porque en todas las realidades sucede así: existen personas buenas, personas menos buenas, personas generosas, pero existen también muchas personas malas, conviviendo lado a lado con nosotros; algunas veces incluso en una misma casa, en una misma familia.

Eso acaba generando serias dudas de nosotros: “¿Como es que Dios tolera tanta gente mala en este mundo? ¿Como puede ser que los malos rían, se burlen de Dios, de la Iglesia, y hagan el mal a personas buenas?

Vamos conviviendo y creciendo en un mundo confuso, donde, lado a lado, están el trigo y la cizaña, están los peces buenos y los peces malos. Dios nos pide la paciencia, la tolerancia, porque, en verdad, fue y es la misma paciencia que el Señor tuvo y tiene con nosotros. Ninguno de nosotros puede decir que, en nuestro corazón, solo existen cosas buenas, el mundo es un espejo de lo que a menudo, es el corazón de cada uno de nosotros. Es en el mismo corazón que existen sentimientos generosos, bondosos y amables y existen también cosas malas, sentimientos negativos. Hay mucha confusión, mentiras y falsedades dentro de nosotros.

¿Y lo que percibimos? Que Dios, en Su infinita misericordia, nos va moldeando, lavando y renovando si nos dejamos ser tocados, renovados y transformados por Él. Como Dios actúa en nuestro corazón, así también Él actúa en el mundo; cuantas personas que no valen nada y Dios Padre, en Su infinita misericordia, las salva, las renueva y las transforma.
¡Que lo diga San Pablo, Santa María Magdalena, San Francisco de Asis, San Ignacio de Loyola
¡Que digan tantos hombres y mujeres de nuestra sociedad que un día fueron peces de mala calidad y fueron transformados por el poder de la Palabra de Dios!

¡Paciencia!; no todo pez malo se transforma en un pez bueno, pero en el Reino de Dios, cuando crecemos, la cizaña puede ser transformada en trigo! La paciencia genera muchos frutos de conversión, seguimos trabajando intensamente para renovar, purificar, santificar el mundo y nuestro corazón.

Si nosotros y aquellos que viven en la maldad no aceptamos la conversión y el cambio de vida, en los finales de los tiempos, Jesús, en Su gloria, vendrá para separar lo que es bueno que es malo.
¡Dios te bendiga!


Traducción: Thaís Rufino de Azevedo
Padre Roger
Sacerdote de la Comunidad Canción Nueva
fuente Ciudad Nueva

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