sábado, 2 de diciembre de 2017

COMPRENDIENDO LA PALABRA 021217

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia 
Homilía sobre el salmo 95, 14-15, CCL 39, 1351-1353)
“Que se alegren los cielos y regocije la tierra...ante el Señor que viene” (Sal 96)

    “Que griten de júbilo los árboles del bosque” (Sal 96,12). El Señor ha venido una primera vez para juzgar la tierra. Encontrará saltando de gozo a aquellos que  han creído en su primera venida, “porque viene”. Aunque tú seas injusto ¿el juez no será justo? Porque tu eres un mentiroso ¿la verdad no será verídica? Si quieres hallar un juez misericordioso, sé tú misericordioso antes de que venga. Perdona si te han ofendido, da de los bienes que posees en abundancia.

   

    Y ¿de qué darás sino de lo que has recibido? Si dieras de tus bienes serías generoso. Pero como das de lo que has recibido del Señor, no haces otra que cosa que restituir. “¿Qué tienes que no hayas recibido?” (1Cor 4,7). Estos son los sacrificios agradables a Dios: misericordia, humildad, agradecimiento, paz, caridad. Si aportamos estos dones, esperaremos con tranquilidad la llegada del juez “que viene a juzgar la tierra: gobernará el mundo con justicia, a las naciones con fidelidad” (Sal 96,13).


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