martes, 8 de mayo de 2018

Meditación: Juan 16, 5-11

La culpabilidad del mundo en materia de pecado, de justicia y de juicio.
Juan 16, 8

En el Evangelio de hoy leemos esta frase, que es una descripción de las tres funciones fundamentales que cumple el Espíritu Santo. En el Evangelio de hoy, los discípulos llegan a la conclusión de que Jesús no estará siempre con ellos, pero él les asegura que enviará al Espíritu Santo, el “abogado defensor”, en reemplazo suyo. Y ¿qué es lo que haría este abogado? Jesús cita tres cosas, que se aplican a todos los creyentes e incluso a nosotros el día de hoy.

En primer lugar, el Espíritu Santo viene a hacernos ver los pecados que cometemos, pero no para acusarnos ni para abrumarnos de remordimiento o de culpa. No; lo hace para que nos demos cuenta de lo imperfectos, egoístas y débiles que somos y para que reconozcamos la misericordia del Señor, que murió para salvarnos siendo nosotros así de pecadores.

Eso nos lleva a la segunda función: la justicia de Cristo. Como Jesús no está ahora físicamente en el mundo (excepto en la Sagrada Eucaristía), el Espíritu Santo nos habla al corazón para enseñarnos quién es Cristo, y nos lo muestra en la Sagrada Escritura, la Comunión, la oración y la meditación personal. Así nos da a conocer la justicia del Señor, su misericordia, su compasión y su poder.

Por último, el Espíritu viene a traer “juicio”, un juicio que no está dirigido a nosotros, sino a Satanás, junto con todas sus engaños, artimañas y maquinaciones perversas.

El Espíritu Santo actúa todo el tiempo en cada creyente, aunque no lo podamos percibir. Él es el que te insta interiormente a ir a confesarte cuando sabes que has cometido algún pecado y te anima a leer la Palabra de Dios o poner más atención en Misa, y es el que te inspira a corregir tus malos hábitos o actitudes. Él siempre te está instando a conocer mejor a Jesús.

Invita hoy al Espíritu Santo a que actúe más libremente en tu corazón. Pídele que te muestre aquellas cosas que quiere que cambies, que te dé una comprensión más clara de la santidad y el amor del Señor. Así como Jesús les prometió a sus discípulos que el Espíritu Santo estaría con ellos, también te asegura a ti que el Espíritu Santo está y estará siempre actuando en tu vida.
“Señor, Espíritu Santo, te invito a que entres en todas las áreas de mi vida y me enseñes a conocer a Jesús cada vez mejor.”
Hechos 16, 22-34
Salmo 138(137), 1-3. 7-8

fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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